jueves, 29 de abril de 2010

No asistencia a un feto abortado


Valoraciones del obispo y de monseñor Sgreccia

La asistencia es un deber, más allá de la ley, declaró el presidente emérito de la Academia Pontificia para la Vida, monseñor Elio Sgreccia, ante los micrófonos de Radio Vaticano.

El prelado se refirió a un caso de supervivencia -durante 24 horas- de un feto abortado de 22 semanas y de 300 gramos.

El caso ha conmocionado a la opinión pública de Italia. El Vaticano destaca las lagunas del derecho en la materia y el obispo pide un debate.

El obispo de Rossano-Cariati, monseñor Santo Marcianò reaccionó con un comunicado publicado en L'Osservatore Romano de este miércoles 28 de abril de 2010.

El arzobispo denuncia una “superficialidad arbitraria” del personal que no ha intentado salvar al niño.

El feto sobrevivió a un caso de aborto “terapéutico” practicado en hospital calabrés de Rossano, pero falleció por falta de oxígeno.

Médicos y enfermeros han recibido un aviso de apertura de investigación judicial por el procurador de la República de Rossano para verificar si fueron violadas las disposiciones de la ley 194.

El sábado por la mañana, una mujer se presentó en el hospital Nicola Giannattasio de Rossano Calabro, en la provincia italiana de Cosenza, para un aborto de un feto de 22 semanas.

La última ecografía había indicado dos malformaciones en el paladar y en el labio del feto.

Los médicos practicaron el aborto y el feto expulsado fue depositado en un paño y colocado en un contenedor a la espera de que muriera.

Pero siguió respirando. Y la ley italiana no tiene previsto este caso; no obliga a nadie a verificar su estado ni a ayudarle.

Unas horas más tarde, alguien notó movimientos en el contenedor y se lo confió en confesión al capellán del hospital.

El domingo por la mañana, don Antonio Martello lo verificó en persona: 24 horas después del aborto, el niño vivía, aunque murió poco después.

Los investigadores quieren averiguar quién era el responsable de constatar la muerte y verificar si se trata de un caso de abandono terapéutico.

Para el obispo, este caso debe “llevar a la sociedad civil a reflexionar sobre el carácter dramático del aborto, en tanto que supresión de un ser humano, y en este caso, sobre el carácter ilícito de la definición de “terapéutico”.

“De hecho, no constituye una “cura”, sino que refuerza la mentalidad eugenésica que se extiende, y que no sólo aumenta el recurso al aborto, sino que plantea serias dudas sobre el presunto beneficio para la salud de la mujer y sobre el significado natural de la maternidad”, consideró monseñor Marcianò.

“También nos invita a considerar con qué facilidad se trata de manera inhumana a una persona gravemente malformada y simplemente no deseada”, añadió.

Monseñor Marcianò espera que este caso abra un debate serio y fecundo y “conduzca a cada uno a colaborar para que el valor de la vida de toda persona humana sea reconocido como el fundamento de una sociedad civil y justa”.

Por su parte, monseñor Sgreccia destacó los límites de una ley que no prevé la intubación y la ventilación para fetos de 23 o 24 semanas.

“El médico no debe mirar la fecha sino el hecho -indicó-. Pues si el feto abortado, de manera voluntaria o accidentada, está vivo -también si está en el límite de la supervivencia, en el límite de la cronología-, está en presencia de un feto que, porque es fuerte o porque las fechas no han sido bien calculadas, afortunadamente está viviendo, y está obligado a hacerle vivir”.

“La ley debe aclarar esto, o también debe anticipar la fecha de la vitalidad”, consideró.

Y añadió: “El obispo ha hecho bien al pedir una gran atención y una gran vigilancia porque lo que prevalece ante una vida humana -en conciencia y ante Dios- es que es una vida que nace e incluso ya fuera del útero de su madre, que manifiesta que puede vivir, y debe tener toda la ayuda posible”. (F: Zenit. Org)

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