martes, 31 de mayo de 2011

María subió a la Montaña.


María subió a la montaña,
y en ella subió el Señor;
supo Isabel el misterio,
y Juan exultó a su voz.

El lucero aún no nacía
ni había aparecido el Sol;
no hablaba aún la Palabra
y el pregonero exultó.

Los vecinos, asombrados
y mudos de admiración,
vieron llegar por María
la Buena Nueva de Dios. Amén.
(Himno del oficio de lectura 31 de Mayo)

 

lunes, 30 de mayo de 2011

Reconocimiento.


Es una noticia que me gustó y también yo hago público mi reconocimiento a la  maestra de un Jardín de Niños en la Cd. de Monterrey, por el valor que tuvo, al aplicar los "protocolos de seguridad", quienes vivimos en esta hermosa ciudad sabemos que en cualquier momento y en cualquier lugar estamos expuestos a las balas, aún estando en el hogar pueden alcanzarnos.
 
 
Gracias Maestra por lo que hiciste por estos pequeñitos.




El vídeo muestra los momentos en que la maestra ayuda a los niños. Nuevamente felicidades maestra.



sábado, 14 de mayo de 2011

María Estrella de la Esperanza.


"Con un himno del siglo VIII/IX, por tanto de hace más de mil años, la Iglesia saluda a María, la Madre de Dios, como « estrella del mar »: Ave maris stella. La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta.
Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza.
Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía.
Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su « sí » abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)?
Así, pues, la invocamos:
Santa María, tú fuiste una de aquellas almas humildes y grandes en Israel que, como Simeón, esperó « el consuelo de Israel » (Lc 2,25) y esperaron, como Ana, « la redención de Jerusalén » (Lc 2,38). Tú viviste en contacto íntimo con las Sagradas Escrituras de Israel, que hablaban de la esperanza, de la promesa hecha a Abrahán y a su descendencia (cf. Lc 1,55).
Así comprendemos el santo temor que te sobrevino cuando el ángel de Dios entró en tu aposento y te dijo que darías a luz a Aquel que era la esperanza de Israel y la esperanza del mundo.
Por ti, por tu « sí », la esperanza de milenios debía hacerse realidad, entrar en este mundo y su historia.
Tú te has inclinado ante la grandeza de esta misión y has dicho « sí »: « Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra » (Lc 1,38).
Cuando llena de santa alegría fuiste aprisa por los montes de Judea para visitar a tu pariente Isabel, te convertiste en la imagen de la futura Iglesia que, en su seno, lleva la esperanza del mundo por los montes de la historia.
Pero junto con la alegría que, en tu Magnificat, con las palabras y el canto, has difundido en los siglos, conocías también las afirmaciones oscuras de los profetas sobre el sufrimiento del siervo de Dios en este mundo. Sobre su nacimiento en el establo de Belén brilló el resplandor de los ángeles que llevaron la buena nueva a los pastores, pero al mismo tiempo se hizo de sobra palpable la pobreza de Dios en este mundo. El anciano Simeón te habló de la espada que traspasaría tu corazón (cf. Lc 2,35), del signo de contradicción que tu Hijo sería en este mundo. Cuando comenzó después la actividad pública de Jesús, debiste quedarte a un lado para que pudiera crecer la nueva familia que Él había venido a instituir y que se desarrollaría con la aportación de los que hubieran escuchado y cumplido su palabra (cf. Lc 11,27s). No obstante toda la grandeza y la alegría de los primeros pasos de la actividad de Jesús, ya en la sinagoga de Nazaret experimentaste la verdad de aquella palabra sobre el « signo de contradicción » (cf. Lc 4,28ss).
Así has visto el poder creciente de la hostilidad y el rechazo que progresivamente fue creándose en torno a Jesús hasta la hora de la cruz, en la que viste morir como un fracasado, expuesto al escarnio, entre los delincuentes, al Salvador del mundo, el heredero de David, el Hijo de Dios. Recibiste entonces la palabra: « Mujer, ahí tienes a tu hijo » (Jn 19,26). Desde la cruz recibiste una nueva misión. A partir de la cruz te convertiste en madre de una manera nueva: madre de todos los que quieren creer en tu Hijo Jesús y seguirlo.
La espada del dolor traspasó tu corazón. ¿Había muerto la esperanza?
¿Se había quedado el mundo definitivamente sin luz, la vida sin meta? Probablemente habrás escuchado de nuevo en tu interior en aquella hora la palabra del ángel, con la cual respondió a tu temor en el momento de la anunciación: « No temas, María » (Lc 1,30). ¡Cuántas veces el Señor, tu Hijo, dijo lo mismo a sus discípulos: no temáis! En la noche del Gólgota, oíste una vez más estas palabras en tu corazón. A sus discípulos, antes de la hora de la traición, Él les dijo: « Tened valor: Yo he vencido al mundo » (Jn 16,33). « No tiemble vuestro corazón ni se acobarde » (Jn 14,27). « No temas, María ».
En la hora de Nazaret el ángel también te dijo: « Su reino no tendrá fin » (Lc 1,33).
¿Acaso había terminado antes de empezar?
No, junto a la cruz, según las palabras de Jesús mismo, te convertiste en madre de los creyentes. Con esta fe, que en la oscuridad del Sábado Santo fue también certeza de la esperanza, te has ido a encontrar con la mañana de Pascua.
La alegría de la resurrección ha conmovido tu corazón y te ha unido de modo nuevo a los discípulos, destinados a convertirse en familia de Jesús mediante la fe. Así, estuviste en la comunidad de los creyentes que en los días después de la Ascensión oraban unánimes en espera del don del Espíritu Santo (cf. Hch 1,14), que recibieron el día de Pentecostés.
El « reino » de Jesús era distinto de como lo habían podido imaginar los hombres. Este « reino » comenzó en aquella hora y ya nunca tendría fin. Por eso tú permaneces con los discípulos como madre suya, como Madre de la esperanza.
Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino"
Benedicto XVI, Enciclíca Spe salvi § 49-50


viernes, 13 de mayo de 2011

Enfermeras y enfermeros ¡FELICIDADES!


12 DE MAYO DÍA INTERNACIONAL
DE LAS ENFERMERAS Y ENFERMEROS.

Mis sinceras felicitaciones a quienes ejercen esta noble profesión en este día que recordamos el 191 aniversario de nacimiento de la pionera en enfermería Florencia Nightingale.
Felicidades a todas/os, yo también pertenezco a este gremio.
En México está es nuestra Patrona.
Santa María de Guadalupe Salud de los Enfermos.

Imagen recuerda la V aparición, cuando sano a
Juan Bernardino, tío de San Juan Diego.

ORACIÓN DE LA ENFERMERA.
Calma mi paso apurado Señor y haz de mí el instrumento más eficaz de tu misericordia.
Bendice mi mente para que no sea indiferente o insensible sino atento a las necesidades del hermano que sufre.
Bendice mis ojos para que puedan reconocer tu rostro en el rostro de cada persona que sufre ayudándole a descubrir sus tesoros interiores.
Bendice mis oídos para escuchen las voces de los quieren ser escuchados y responda a los mensajes de quien no sabe expresarse con palabras.

Bendice mis manos para no permanezcan frías o indiferentes sino que transmitan cercanía a quien necesita de una presencia amiga.

Bendice mis labios para no pronuncien frases hechas o palabras vacías sino que transmitan comprensión y cariño de un corazón que ama.

Bendice mis pies Señor para que puedan dejar buenos rastros de mi paso por este mundo.

Regálame, Señor el don de promover el diálogo silencioso del que sufre contigo.
Amén.
Esta entrada fue de ayer, pero por los problemas de Blogger se suprimió.

martes, 10 de mayo de 2011

Oración por nuestras Madres



Padre Celestial:
Te damos gracias por nuestras madres a las que Tú les has confiado el cuidado precioso de la vida humana desde su inicio en el vientre.
Tú has dado a la mujer la capacidad de participar contigo en la creación de nueva vida. Haz que cada mujer puede llegar a comprender el pleno significado de esta bendición, que le da una capacidad ilimitada de amor desinteresado a todos los niños.
Mira a cada madre que está esperando un hijo, fortalece su fe en Tu paternal cuidado y amor para ella y para su feto. Dale valentía en tiempos de miedo o dolor, la comprensión en los momentos de incertidumbre y duda, y la esperanza en tiempos de problemas. Concédele alegría en el nacimiento de su hijo.
Bendice a las madres a quienes les has dado el gran privilegio y la responsabilidad de ser de un niño el primer maestro y guía espiritual.
Haz que todas ellas pueden dignamente fomentar la fe de sus hijos, siguiendo el ejemplo de María, Isabel, y otras santas mujeres que siguen a Cristo.
Ayuda a las madres a crecer diariamente en el conocimiento y la comprensión de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y concédeles la sabiduría para difundir este conocimiento fielmente a sus hijos, y a todos los que dependen de ellas.
Ayudar a todas las "madres espirituales", quienes, a pesar de que no pueden tener hijos propios, desinteresadamente, sin embargo, están al cuidado de los hijos de los otros - de cualquier edad y estado de vida. Que puedan conocer la alegría de cumplir este maternal llamado de la mujer, tanto en la enseñanza, la enfermería, la vida religiosa, o en otro tipo de trabajo que reconoce y promueve la verdadera dignidad de todo ser humano creado en su imagen y semejanza.
Nosotros te pedimos que envíes el Espíritu Santo, el Consolador, a las madres de los niños que han muerto, están enfermos o separados de sus familias, o que se encuentren en peligro o problemas de cualquier tipo. Ayuda en el duelo a las madres a confiar en Tu misericordia y la ofrenda paternal de amor para todos sus hijos.
Pedimos tu bendición sobre todas aquellos a quienes le has confiado la maternidad. Que Tu Espíritu Santo constantemente las inspire y fortalezca. Que nunca dejen de seguir el ejemplo de María, madre de Nuestro Señor, y de imitar su fidelidad, su humildad y su amor oblativo. Que las madres pueden recibir su gracia abundantemente en esta vida terrena, y que esperen participar de la alegría eterna en Tu presencia en la vida por venir.
Te lo pedimos por nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, mundo sin fin.
AMEN.

Y le dedico esta canción a mi Madre del Cielo.
"Madre Santísima te amo"


domingo, 8 de mayo de 2011

VÍA LUCIS


El Vía Lucis, "Camino de la luz" es una devoción reciente que puede complementar la del Vía Crucis. En ella se recorren catorce estaciones con Cristo triunfante desde la Resurrección a Pentecostés, siguiendo los relatos evangélicos. Incluímos también la venida del Espíritu Santo porque, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "El día de Pentecostés, al término de las siete semanas pascuales, la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina" (n.731).

La devoción del Vía Lucis se recomienda en el Tiempo Pascual y todos los domingos del año que están muy estrechamente vinculados a Cristo resucitado.

Cómo rezar el Vía Lucis

Para rezar el Vía Lucis, en que compartimos con Jesús la alegría de su Resurrección, proponemos un esquema similar al que utilizamos para rezar el Vía Crucis:
• Enunciado de la estación;
• Presentación o monición que encuadra la escena;
• Texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos (en las dos últimas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de los Apóstoles);
• Oración que pretende tener un tono de súplica.

Si se desea, después del enunciado de cada una de las estaciones, se puede decir:

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Para ver la oración completa da click en el siguiente enlace: Oración completa AQUÍ.






domingo, 1 de mayo de 2011

Fiesta grande.

Tres acontecimientos.

Ha sido declarado Beato nuestro Juan Pablo II 



Es día de la Día de la Divina Misericordia.




Inicia el mes dedicado a la Santísima Virgen María.



A la santidad se llega con amor, y he aquí el gran amor secreto del Beato Juan Pablo II.

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