viernes, 26 de junio de 2015

Te quiero amar



                Quiero amar tu corazón,
                Jesús mío, con delirio,
                quiero amarte con pasión,
                quiero amarte hasta el martirio.

                Con el alma te bendigo,
                mi sagrado corazón.
                Dime: ¿se llega el instante
                de feliz y eterna unión?

                Tiéndeme, Jesús, los brazos,
                pues tu “pequeñito soy”;
                de ellos, al seguro amparo,
                a donde lo ordenes, voy.

                Al amparo de mi Madre
                y de su cuenta corriendo
                yo, su “pequeño” del alma,
                vuelo a sus brazos sonriendo.


                Un padre que espera a sus hijos todos allá en el Cielo.
Autor: San José María Robles Hurtado.



San José María Robles Hurtado
Fiesta 26 de Juio

Nació en Mascota, Jal. (Diócesis de Tepic), el 3 de mayo de 1888. Párroco de Tecolotlán, Jal. y fundador de la Congregación religiosa Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado. Ferviente apóstol de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, escribió pequeñas obras para propagarla. Poco antes de ser ejecutado, escribió en la poesía anterior sus últimos anhelos

En la sierra de Quila, Jal. (Diócesis de Autlán), fue colgado de un roble el 26 de junio de 1927.

jueves, 11 de junio de 2015

Oración al Corazón de Jesús.



ORACIÓN EXPIATORIA
AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Dulcísimo Jesús, cuya caridad derramada sobre los hombres se paga tan ingratamente con el olvido, el desdén y el desprecio, míranos aquí postrados ante tu altar. Queremos reparar con especiales manifestaciones de honor tan indigna frialdad y las injurias con las que en todas partes es herido por los hombres tu amoroso Corazón.

Recordando, sin embargo, que también nosotros nos hemos manchado tantas veces con el mal, y sintiendo ahora vivísimo dolor, imploramos ante todo tu misericordia para nosotros, dispuestos a reparar con voluntaria expiación no sólo los pecados que cometimos nosotros mismos, sino también los de aquellos que, perdidos y alejados del camino de la salud, rehúsan seguirte como pastor y guía, obstinándose en su infidelidad, y han sacudido el yugo suavísimo de tu ley, pisoteando las promesas del bautismo.

Al mismo tiempo que queremos expiar todo el cúmulo de tan deplorables crímenes, nos proponemos reparar cada uno de ellos en particular: la inmodestia y las torpezas de la vida y del vestido, las insidias que la corrupción tiende a las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las miserables injurias dirigidas contra ti y contra tus santos, los insultos lanzados contra tu Vicario y el orden sacerdotal, las negligencias y los horribles sacrilegios con que se profana el mismo Sacramento del amor divino y, en fin, las culpas públicas de las naciones que menosprecian los derechos y el magisterio de la Iglesia por ti fundada.

¡Ojalá que podamos nosotros lavar con nuestra sangre estos crímenes! Entre tanto, como reparación del honor divino conculcado, te presentamos, acompañándola con las expiaciones de tu Madre la Virgen, de todos los santos y de los fieles piadosos, aquella satisfacción que tú mismo ofreciste un día en la cruz al Padre, y que renuevas todos los días en los altares. Te prometemos con todo el corazón compensar en cuanto esté de nuestra parte, y con el auxilio de tu gracia, los pecados cometidos por nosotros y por los demás: la indiferencia a tan grande amor con la firmeza de la fe, la inocencia de la vida, la observancia perfecta de la ley evangélica, especialmente de la caridad, e impedir además con todas nuestras fuerzas las injurias contra ti, y atraer a cuantos podamos a tu seguimiento. Acepta, te rogamos, benignísimo Jesús, por intercesión de la Bienaventurada Virgen María Reparadora, el voluntario ofrecimiento de expiación; y con el gran don de la perseverancia, consérvanos fidelísimos hasta la muerte en el culto y servicio a ti, para que lleguemos todos un día a la patria donde tú con el Padre y con el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


Autor: SUMO PONTÍFICE PÍO XI 8 de mayo de 1928

FUENTE: CARTA ENCÍCLICA MISERENTISSIMUS REDEMPTOR  DEL SUMO PONTÍFICE PÍO XI SOBRE LA EXPIACIÓN QUE TODOS DEBEN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


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