domingo, 25 de diciembre de 2011

¡FELIZ NAVIDAD!



Volvamos la vista a la gruta de Belén: el niño que contemplamos es nuestra salvación. Él ha traído al mundo un mensaje universal de reconciliación y de paz. Abrámosle nuestros corazones, démosle la bienvenida en nuestras vidas. Repitámosle con confianza y esperanza: «Veni ad salvandum nos». Autor: S.S. Benedicto XVI


domingo, 18 de diciembre de 2011

Te acuerdas de Él.


Estamos ya en puerta para festejar la Navidad de Nuestro Señor Jesucristo, en la que Él se humilló haciéndose hombre, pero tenemos que recordar también la segunda venida,  la Parusía, porque si no, le estamos dando a la Navidad solo el valor que se le da al recuerdo como el de un héroe.

Es muy bueno que recordemos la Navidad para agradecer a Jesucristo el gran Don de Él, pero sobre todo nos preparemos con Él, para la PARUSÍA, como dice el Credo: “DE NUEVO VENDRÁ CON GLORIA PARA JUZGAR A VIVOS Y MUERTOS, Y SU REINO NO TENDRÁ FIN” como lo afirma San Cirilo de Jerusalén “Por lo tanto, no nos detengamos sólo en la primera venida, sino esperemos ansiosamente la segunda. Y así como en la primera dijimos: Bendito el que viene en nombre del Señor, en la segunda repetiremos lo mismo cuando, junto con los ángeles, salgamos a su encuentro y lo aclamemos adorándolo y diciendo de nuevo: Bendito el que viene en nombre del Señor” La Parusía, es la que le da el valor a la Navidad, porque en la Parusía esperamos la venidad de Cristo Vivo y Resucitado, glorioso, lleno de majestad, nuestra esperanza.

En lo que me he fijado al transitar por las avenidas y las tiendas, que existe toda una estrategia para comprar y más comprar para felicitarnos por estas felices fiestas, aunque haya imágenes de la Navidad, mientras no lo dejemos a Él nacer en nuestro corazón, en nuestra vida siempre será el GRAN IGNORADO, y si lo ignoramos ahora, ¿crees que ansiamos y no preparamos con gusto y alegría a su SEGUNDA VENIDA, LA PARUSIA?....Espero que sí.

Saludos en Jesús y María.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Hoy inician la posaditas


Las tradicionales posaditas mexicanas son la novena previa al nacimiento del Niño Jesús.

Inician  el 16 de diciembre y terminan el 24. Consisten en rezar el Santo Rosario en especial los misterios gozosos, después se canta la letanía lauretana para terminar con una procesión llevando en andas a los Santos Peregrinos, o sea a las imágenes de María en un burrito y a San José, guiados por un ángel, también pueden ser personajes en vivo.

Las posadas, se pueden celebrar en familia, en los templos o en oficinas, es común que varias familias se organicen y se repartan la posada es decir cada noche una familia distinta organiza la posada y los peregrinos irán de una casa a otra.



Durante la procesión, los participantes iluminados por pequeñas veladoras o velitas caminan detrás de los Santos peregrinos rezando el Santo Rosario. Durante la procesión hay un diálogo cantado donde se solicita posada una y otra vez hasta que se abre el portón dando entrada a los Santos Peregrinos.

Luego en los atrios o en los patios se cuelgan y se rompen las piñatas, ollas decoradas que con papel de china toman múltiples formas que se rellenan de frutas, cacahuates y dulces.

La forma más común en las piñatas es la estrella de siete picos. Cada pico representa un pecado capital; el golpear y romper cada pico representa vencer al pecado y recibir los dones de Dios representados por la fruta y los dulces.

Más tarde la fiesta continúa cuando se ofrece a los comensales una rica merienda de platillos tradicionales de la época, tamales, atole, buñuelos, ponche, etc. Y la música ameniza el baile.

Cantitos para pedir posada



Un vídeo que explica la tradición mexicana de esta época.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Sed de ti.


Señor, yo quisiera estar tan dentro de Ti, que todo cuando haga, respire, mire y admire, me inunde más aún de tu vida. En un pequeño hueco, al arrimo del camino, te esperaré. Y cuando alcance a verte venir, me acercaré a tu sombra, me arrimaré a Ti Me dejarás tal vez besar tus pies, respirar un poco del aire que respiras. Y todo cuanto anhelo se cubrirá de arbustos en flor a la orilla del camino, en el ocaso del tiempo de la nada.

Sáciame, confórtame, embriágame de Ti Que no vea sino por tus ojos. Que no sienta sino por tus manos. Y en la hora del dolor, cuando penetre el mundo de la Idea, acompaña mis temores con la ternura de tus manos, y que todo cuanto en mí, de puro amor, aspire a tu seno, sea encendido en tu dulzura.

domingo, 11 de diciembre de 2011

¡Virgen Santa de Guadalupe, Reina de la Paz!


"Quiero confiar y ofrecer el futuro del Continente a María Santísima, Madre de Cristo y de la Iglesia. Por eso, tengo la alegría de anunciar ahora que he declarado que el día 12 de diciembre en toda América se celebre a la Virgen María de Guadalupe con el rango litúrgico de fiesta.
¡Oh Madre! Tú conoces los caminos que siguieron los primeros evangelizadores del Nuevo Mundo, desde la isla Guanahani y La Española hasta las selvas del Amazonas y las cumbres andinas, llegando hasta la tierra del Fuego en el Sur y los grandes lagos y montañas del Norte. Acompaña a la Iglesia que desarrolla su labor en las naciones americanas, para que sea siempre evangelizadora y renueve su espíritu misionero. Alienta a todos aquellos que dedican su vida a la causa de Jesús y a la extensión de su Reino.

¡Oh dulce Señora del Tepeyac, Madre de Guadalupe! Te presentamos esta multitud incontable de fieles que rezan a Dios en América. Tú que has entrado dentro de su corazón, visita y conforta los hogares, las parroquias y las diócesis de todo el Continente. Haz que las familias cristianas eduquen ejemplarmente a sus hijos en la fe de la Iglesia y en el amor del Evangelio, para que sean semillero de vocaciones apostólicas. Vuelve hoy tu mirada sobre los jóvenes y anímalos a caminar con Jesucristo. 

¡Oh Señora y Madre de América! Confirma la fe de nuestros hermanos y hermanas laicos, para que en todos los campos de la vida social, profesional, cultural y política actúen de acuerdo con la verdad y la ley nueva que Jesús ha traído a la humanidad. Mira propicia la angustia de cuantos padecen hambre, soledad, marginación o ignorancia. Haznos reconocer en ellos a tus hijos predilectos y danos el ímpetu de la caridad para ayudarlos en sus necesidades.

¡Virgen Santa de Guadalupe, Reina de la Paz! Salva a las naciones y a los pueblos del Continente. Haz que todos, gobernantes y ciudadanos, aprendan a vivir en la auténtica libertad, actuando según las exigencias de la justicia y el respeto de los derechos humanos, para que así se consolide definitivamente la paz.
¡Para ti, Señora de Guadalupe, Madre de Jesús y Madre nuestra, todo el cariño, honor, gloria y alabanza continua de tus hijos e hijas americanos!"

Autor: Juan Pablo II
Homilía Misa conclusiva del Sínodo para América Basílica de Guadalupe, 23 de enero de 1999


Pelicula en dibujos animados de las apariciones 
de la Santísima Virgen de Guadalupe.


viernes, 9 de diciembre de 2011

San Juan Diego, vidente de la Virgen de Guadalupe.


Al igual que en las apariciones recientes hay videntes, en las apariciones de la Virgen María en México, también hubo un vidente Juan Diego Cuahutlatuatzin, el cual fue canonizado el 31 de julio del año 2002 en el vídeo se ve en el min. 8:58 cuando el Papa Juan Pablo II lee el decreto de canonización del ahora San Juan Diego, cuya fiesta litúrgica es hoy 9 de diciembre, día de la primera aparición de la Santísima Virgen en la colina del Tepeyac .




HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II 
EN LA CANONIZACIÓN  DE JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN.

Ciudad de México, Miércoles 31 de julio de 2002

1. “¡Yo te alabo, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!” (Mt 11, 25).

Queridos hermanos y hermanas: Estas palabras de Jesús en el evangelio de hoy son para nosotros una invitación especial a alabar y dar gracias a Dios por el don del primer santo indígena del Continente americano.

Con gran gozo he peregrinado hasta esta Basílica de Guadalupe, corazón mariano de México y de América, para proclamar la santidad de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indio sencillo y humilde que contempló el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac, tan querido por los pueblos de México.

2. Agradezco las amables palabras que me ha dirigido el Señor Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de México, así como la calurosa hospitalidad de los hombres y mujeres de esta Arquidiócesis Primada: para todos mi saludo cordial. Saludo también con afecto al Cardenal Ernesto Corripio Ahumada, Arzobispo emérito de México y a los demás Cardenales, a los Obispos mexicanos, de América, de Filipinas y de otros lugares del mundo. Asimismo, agradezco particularmente al Señor Presidente y a las Autoridades civiles su presencia en esta celebración. 

Dirijo hoy un saludo muy entrañable a los numerosos indígenas venidos de las diferentes regiones del País, representantes de las diversas etnias y culturas que integran la rica y pluriforme realidad mexicana. El Papa les expresa su cercanía, su profundo respeto y admiración, y los recibe fraternalmente en el nombre del Señor.

3. ¿Cómo era Juan Diego? ¿Por qué Dios se fijó en él? El libro del Eclesiástico, como hemos escuchado, nos enseña que sólo Dios “es poderoso y sólo los humildes le dan gloria” (3, 20). También las palabras de San Pablo proclamadas en esta celebración iluminan este modo divino de actuar la salvación: “Dios ha elegido a los insignificantes y despreciados del mundo; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios” (1 Co 1, 28.29).

Es conmovedor leer los relatos guadalupanos, escritos con delicadeza y empapados de ternura. En ellos la Virgen María, la esclava “que glorifica al Señor” (Lc 1, 46), se manifiesta a Juan Diego como la Madre del verdadero Dios. Ella le regala, como señal, unas rosas preciosas y él, al mostrarlas al Obispo, descubre grabada en su tilma la bendita imagen de Nuestra Señora.

“El acontecimiento guadalupano -como ha señalado el Episcopado Mexicano- significó el comienzo de la evangelización con una vitalidad que rebasó toda expectativa. El mensaje de Cristo a través de su Madre tomó los elementos centrales de la cultura indígena, los purificó y les dio el definitivo sentido de salvación” (14.05.2002, n. 8). Así pues, Guadalupe y Juan Diego tienen un hondo sentido eclesial y misionero y son un modelo de evangelización perfectamente inculturada.

4. “Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres” (Sal 32, 13), hemos recitado con el salmista, confesando una vez más nuestra fe en Dios, que no repara en distinciones de raza o de cultura. Juan Diego, al acoger el mensaje cristiano sin renunciar a su identidad indígena, descubrió la profunda verdad de la nueva humanidad, en la que todos están llamados a ser hijos de Dios en Cristo. Así facilitó el encuentro fecundo de dos mundos y se convirtió en protagonista de la nueva identidad mexicana, íntimamente unida a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los mexicanos. Por ello, el testimonio de su vida debe seguir impulsando la construcción de la nación mexicana, promover la fraternidad entre todos sus hijos y favorecer cada vez más la reconciliación de México con sus orígenes, sus valores y tradiciones.

Esta noble tarea de edificar un México mejor, más justo y solidario, requiere la colaboración de todos. En particular es necesario apoyar hoy a los indígenas en sus legítimas aspiraciones, respetando y defendiendo los auténticos valores de cada grupo étnico. ¡México necesita a sus indígenas y los indígenas necesitan a México!
Amados hermanos y hermanas de todas las etnias de México y América, al ensalzar hoy la figura del indio Juan Diego, deseo expresarles la cercanía de la Iglesia y del Papa hacia todos ustedes, abrazándolos con amor y animándolos a superar con esperanza las difíciles situaciones que atraviesan. 

5. En este momento decisivo de la historia de México, cruzado ya el umbral del nuevo milenio, encomiendo a la valiosa intercesión de San Juan Diego los gozos y esperanzas, los temores y angustias del querido pueblo mexicano, que llevo tan adentro de mi corazón.

¡Bendito Juan Diego, indio bueno y cristiano, a quien el pueblo sencillo ha tenido siempre por varón santo! Te pedimos que acompañes a la Iglesia que peregrina en México, para que cada día sea más evangelizadora y misionera. Alienta a los Obispos, sostén a los sacerdotes, suscita nuevas y santas vocaciones, ayuda a todos los que entregan su vida a la causa de Cristo y a la extensión de su Reino.

¡Dichoso Juan Diego, hombre fiel y verdadero! Te encomendamos a nuestros hermanos y hermanas laicos, para que, sintiéndose llamados a la santidad, impregnen todos los ámbitos de la vida social con el espíritu evangélico. Bendice a las familias, fortalece a los esposos en su matrimonio, apoya los desvelos de los padres por educar cristianamente a sus hijos. Mira propicio el dolor de los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, de cuantos padecen pobreza, soledad, marginación o ignorancia. Que todos, gobernantes y súbditos, actúen siempre según las exigencias de la justicia y el respeto de la dignidad de cada hombre, para que así se consolide la paz.

¡Amado Juan Diego, “el águila que habla”! Enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que Ella nos reciba en lo íntimo de su corazón, pues Ella es la Madre amorosa y compasiva que nos guía hasta el verdadero Dios. Amén.

Antes de impartir la bendición, el Vicario de Cristo dirigió las siguientes palabras: 

Al concluir esta canonización de Juan Diego, deseo renovar el saludo a todos los que habéis podido participar, algunos desde esta basílica, otros desde los aledaños y muchos más a través de la radio y la televisión. Agradezco de corazón el afecto de cuantos he encontrado en las calles que he recorrido. En el nuevo santo tenéis el maravilloso ejemplo de un hombre de bien, recto de costumbres, leal hijo de la Iglesia, dócil a los pastores, amante de la Virgen, buen discípulo de Jesús. Que sea modelo para vosotros que tanto lo amáis, y que él interceda por México para que sea siempre fiel. Llevad a todos el mensaje de esta celebración y el saludo y el afecto del Papa a todos los mexicanos.


¡Santa María de Guadalupe Salva nuestra Patria 
y conserva nuestra fe! 

¡San Juan Dieguito, ruega por nosotros!

jueves, 8 de diciembre de 2011

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Así de sencillo.



Jean Pierre Camus, obispo de Belley, cuenta una conversación que tuvo con san Francisco de Sales: “En una ocasión pedí al obispo de Ginebra que me dijera qué debía hacer para alcanzar la perfección. -Debes amar a Dios con todo tu corazón, respondió, y a tu prójimo como a ti mismo. No le pregunté dónde está la perfección, sino cómo llegar a ella. -La caridad, respondió, es tanto el medio como el fin. La única manera por la que podemos alcanzar la perfección es, después de todo, la misma caridad… Así como el alma es la vida del cuerpo, la caridad es la vida del alma.

Ya sé todo eso, repliqué. Pero lo que quiero saber es cómo uno ha de amar a Dios con todo el corazón, y al prójimo como a sí mismo. Y él nuevamente respondió: -Debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. No he avanzado nada, repliqué.  Decidme cómo debo adquirir tal amor. La respuesta del obispo fue: 
-Igual que a hablar se aprende hablando y a correr corriendo, se aprende a amar amando”. Así de sencillo.
Autor: Eusebio Gómez Navarro.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Novena a la Virgen de Guadalupe.


Hoy inicia la novena a la Santísima Virgen de Guadalupe, he añadido una página donde se encuentra toda la novena, Aquí el enlace.
Comparto también la canción Reina del Cielo, cuya letra me ha parecido muy hermosa.

Oh Reina Madre de Dios
Existe una mujer que por amor a Dios 
su todo lo dio, 
su vida, la que entregó en silencio,
como sierva, como hija, 
y como esclava del Cielo.

Existe un corazón el cual 
se convirtió en la cuna de un Sol.

La Madre de aquel varón judío, 
de aquel precioso niño, 
el cual su vida entregó.

Reina del Cielo, 
Madre de los pueblos, 
Emperatriz de América
dueña de mi México.

Madre de la Vida, 
dueña del consuelo, 
portadora de la fe.
La que enseña en su silencio.
Oh, oh, oh.


Esperando

 
¡Con mucha alegría
esperamos Señor tu venida,
tu venida de verdad!
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