miércoles, 23 de enero de 2013

Aprende a vivir.




Un hombre que buscaba experiencias que le enseñaran a vivir mejor. En cierta ocasión fue a una ciudad que era famosa por las grandes lecciones de vida enseñadas por sus habitantes. Cuando llegó, le llamó la atención una placa con una inscripción en letras muy grandes: “VISITE NUESTRO CEMENTERIO Y APRENDA A VIVIR”.

Con curiosidad el hombre se dirigió al cementerio y, al llegar empezó a mirar las tumbas. En una de ellas leyó:”Vivió cinco años, dos meses y tres días”;en otra:”Vivió dos años, un mes, y un día”; y en otras decía la placa:”Vivió tres años”. El hombre llego a la conclusión de que, en aquella ciudad, todos vivían muy poco y morían todavía muy niños. Impresionado, se sentó y se puso a llorar.

Se acercó a él una persona que cuidaba el cementerio y le preguntó si había perdido algún familiar. Él respondió: No, a nadie de la familia. Me ha impresionado ver a tantos niños muertos enterrados en este cementerio.

La persona sonrió y dijo: Lo que pasa es que, cuando un joven cumple los quince años de edad, recibe de sus padres un cuadernillo, como éste que traigo colgado a mi cuello… Es una tradición entre mucha gente. Desde ese momento cada vez que usted disfruta intensamente de algo bueno, abre su cuadernillo y escribe a la izquierda lo que disfrutó, y a la derecha el tiempo que duro lo disfrutado.

Cuando alguien muere acostumbramos abrir el cuadernillo, sumamos el tiempo disfrutado y lo grabamos en la piedra. Para nosotros ese es el tiempo realmente vivido.

Fuente: "Para que mi familia se transforme" Pág. 21. Ediciones Dabar.

P.D. Pídele al Señor que te regale la gracia de aprender a vivir de verdad.

miércoles, 9 de enero de 2013

Oración del afligido que acude a Dios


Salmo 6 

Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera.
Misericordia, Señor, que desfallezco;
cura, Señor, mis huesos dislocados.
Tengo el alma en delirio,
y tú, Señor, ¿hasta cuándo?

Vuélvete, Señor, liberta mi alma,
sálvame por tu misericordia.

Porque en el reino de la muerte nadie te invoca,
y en el abismo, ¿quién te alabará?

Estoy agotado de gemir:
de noche lloro sobre el lecho,
riego mi cama con lágrimas.
Mis ojos se consumen irritados,
envejecen por tantas contradicciones.

Apartaos de mí, los malvados,
porque el Señor ha escuchado mis sollozos;
el Señor ha escuchado mi súplica,
el Señor ha aceptado mi oración.

Que la vergüenza abrume a mis enemigos,
que avergonzados huyan al momento.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Para quienes entran desde Fedburner este es el enlace del blog: Caminando hacia la Vida.

Foto de Cielo Abierto.

viernes, 4 de enero de 2013

¡GRACIAS SEÑOR!




¡CRISTO DE LA BUENA MUERTE!


¡Cristo de la Buena Muerte,
el de la faz amorosa,
tronchada como una rosa,
sobre el blanco cuerpo inerte
que en el madero reposa.
¿Quién pudo de tal manera
darte esta noble y severa
majestad llena de calma?
No fue una mano: fue un alma
la que talló tu madera.
Fue, Señor, que el que tallaba
tu figura, con tal celo
y con tal ansia te amaba,
que, a fuerza de amor, llevaba
dentro del alma el modelo.
Fue, que, al tallarte, sentia
un ansia tan verdadera,
que en arrobos le sumía
y cuajaba en la madera
lo que en arrobos veía.
Fue que ese rostro, Señor,
y esa ternura al tallarte,
y esa expresión de dolor,
más que milagros del arte,
fueron milagros de amor.
Fue, en fin, que ya no pudieron
sus manos llegar a tanto,
y desmayadas cayeron...
¡y los ángeles te hicieron
con sus manos, mientras tanto!

Por eso a tus pies postrado;
por tus dolores herido
de un dolor desconsolado;
ante tu imagen vencido
y ante tu Cruz humillado,
siento unas ansias fogosas
de abrazarte y bendecirte,
y ante tus plantas piadosas,
quiero decirte mil cosas
que no se cómo decirte...
¡Frente que, herida de amor,
te rindes de sufrimientos
sobre el pecho del Señor
como los  lirios que, en flor,
tronchan, al paso, los vientos!
Brazos rígidos y yertos,
por tres garfios traspasados
que aquí estais; por mis pecados
para recibirme, abiertos,
para esperarme, clavados.
¡Cuerpo llagado de amores,!
yo te adoro y yo te sigo;
yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la cruz contigo.
Quiero en la vida seguirte,
y por sus caminos irte
alabando y bendiciendo, 
y bendecirte sufriendo,
y muriendo bendecirte.

Quiero, Señor, en tu encanto
tener mis sentidos presos,
y, unido a tu cuerpo santo,
mojar tu rostro con Ilanto,
secar tu llanto con besos.
Quiero, en santo desvarío,
besando tu rostro frio,
besando tu cuerpo inerte,
llamarte mil veces mio...
¡Cristo de la Buena Muerte!

Y Tú, Rey de las bondades,
que mueres por tu bondad
muéstrame con claridad
la Verdad de las verdades
que es sobre toda verdad.
Que mi alma, en Ti prisionera
vaya fuera de su centro
por la vida bullanguera;
que no le Ileguen adentro
las algazaras de fuera;
que no ame la poquedad
de cosas que, van y vienen;
que adore la austeridad
de estos sentires que tienen
sabores de eternidad;
que no turbe mi conciencia
la opinión del mundo necio;
que aprenda, Señor, la ciencia
de ver con indiferencia
la adulación y el desprecio;
que sienta una dulce herida
de ansia de amor desmedida;
que ame tu Ciencia y tu Luz;
que vaya, en fin, por la vida
como Tú estás en la Cruz:
de sangre los pies cubiertos,
llagadas de amor las manos,
los ojos al mundo muertos,
y los dos brazos abiertos
para todos mis hermanos.

Señor, aunque no merezco
que tu escuches mi quejido;
por la muerte que has sufrido,
escucha lo que te ofrezco
y escucha lo que te pido:
A ofrecerte, Señor, vengo
mi ser, mi vida, mi amor,
mi alegria, mi dolor;
cuanto puedo y cuanto tengo;
cuanto me has dado, Señor.
Y a cambio de esta alma llena
de amor que vengo a ofrecerte,
dame una vida serena
y una muerte santa y buena.
¡Cristo de la Buena Muerte!

Autor: José María Peman.

Con este poema quiero agradecer a Dios que me dio la vida.

HOY ES MI CUMPLEAÑOS.

Comparto también la felicitación que me hizo google.








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