viernes, 13 de septiembre de 2013

Así, es.



Dios me ha creado a mí para hacerle un servicio específico; Él me ha confiado una obra que no ha confiado a otro. Tengo mi misión – Quizás no lo sepa en esta vida, pero se me dirá en la siguiente. De alguna forma yo soy necesario para Sus propósitos, tan necesario en mi puesto como un Arcángel en el suyo- Si, de hecho, yo fallo, Él puede suscitar a otro, tanto como puede hacer de las piedras hijos de Abraham. Aún tengo un papel en esta gran obra; soy un eslabón en una cadena, un vínculo de conexión entre personas. Dios no me ha creado para nada. Voy a hacer el bien, voy a hacer Su obra; voy a ser un ángel de paz, voy a ser un predicador de la verdad en mi propio lugar, sin intentarlo, si no hago otra cosa que guardar sus mandamientos y servirle a Él en mi llamada.


Autor: Beato Jhon Henry Newman.

Este pensamiento me lo regaló una amiga la dueña de este blog, enlace AQUÍ.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Una vez y otra vez.



Se ha objetado que el Rosario tiene demasiadas repeticiones, ya que se dicen muchas veces el Padrenuestro y el avemaría, que resultan monótonos.
Esto me recuerda la visita que me hizo una joven cierta noche después de la instrucción.
Me dijo: “Nunca me haré católica. Ustedes dicen y repiten siempre las mismas palabras en el Rosario, y quien repite las mismas palabras no es sincero. Yo, por mi parte, no creería a semejante persona, y me parece que Dios tampoco las creerá.”
Le pregunté quién era el joven que la acompañaba, y me respondió que era su novio.
Entonces, le pregunté: “¿Le quiere mucho?”
- Ciertamente que me quiere mucho.
- ¿Y cómo lo sabe usted?
- Porque me lo ha dicho.
- ¿Qué es lo que le ha dicho?
- Me ha dicho: “Te quiero”
- ¿Cuándo se lo ha dicho?
- Hace como una hora.
- ¿Y se lo había dicho antes?
- Sí, la otra noche.
- ¿Y qué le dijo?
- ¡Te quiero!
- ¿Y no se lo tenía dicho con anterioridad?
- Me lo dice todas las noches.
Repuse: “Pues no lo creerá usted, porque quien repite las mismas palabras no es sincero.”
La muy hermosa verdad es que no hay repetición en el “Te quiero”, porque se produce un nuevo momento en el tiempo, existe otro punto en el espacio y las palabras no tienen el mismo significado anterior.
El amor nunca es monótono, a pesar de la uniformidad de sus expresiones.
La mente es infinitamente variable en su lenguaje, pero el corazón no lo es.
El corazón del hombre en presencia de la mujer amada es demasiado pobre para traducir en diversas palabras la inmensidad de su cariño y de sus afectos.
Por eso el corazón adopta una sola expresión: “Te quiero”, y diciéndolo muchas veces, no se repite jamás.
Es la única novedad verdadera del mundo.
Eso es lo que hacemos al rezar el Rosario.
Repetimos a la Santísima Trinidad, al Verbo Encarnado, a la Santísima Virgen: “Te quiero”, “Te quiero”, “Te quiero”
Hay belleza en el Rosario. No es solamente una oración vocal; es también una oración mental.
Habrán asistido tal vez a una representación dramática en la que mientras habla la voz humana se escucha una música de fondo muy agradable que tonifica y da realce a las palabras. Así es el Rosario.

Mientras se reza, no se oye la música, pero se medita en la vida de Jesucristo aplicada a nuestra vida y a nuestras necesidades.

Fuente: Libro "Nuestra Madre" Ven. Arzobispo Fulton Sheen.


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