domingo, 30 de octubre de 2011

Tu nombre es Amor.


              
               Querido Dios:
               Estoy lleno de anhelos,
               llenos de deseos,
               lleno de expectativas.

               Algunos se realizarán; muchos no, pero en
               medio de todas mis satisfacciones y decepciones,
               confío en ti.

               Sé que nunca me dejarás solo
               y que cumplirás tus promesas divinas.
               Aún cuando parezca que las cosas
               no siguen mi camino,
               sé que siguen el tuyo
               y que, finalmente,
               tu camino es el mejor para mí.

               ¡Oh, Señor! Refuerza mi esperanza,
               en particular cuando mis numerosos deseos
               no se cumplen.
               Nunca dejes que olvide que tu nombre es Amor.
               Amén.

Henri Nouwen

sábado, 29 de octubre de 2011

ES HORA.


          Cuando la vida pierde su brillo.
        Cuando el tiempo deja de existir.
        Cuando ya no queda esperanza.
        Cuando no hay deseo de vivir,
        ES HORA DE BUSCAR A DIOS.

        Cuando las flores no te impresionan.
        Cuando no ves la belleza de una mariposa al volar.
        Cuando no oyes música en el piar de un pájaro.
        Cuando el arco iris no te hace pensar,
        ES HORA DE BUSCAR A DIOS.

        Cuando el alborear no te habla.
        Cuando el rayar del día no te hace sonreír.
        Cuando el cantar del gallo no te anima.
        Cuando el calor del sol no te hace mejor sentir.
        ES HORA DE BUSCAR A DIOS.

        Si te preguntas el por qué.
        Si buscas una explicación.
        Si la vida no tiene sentido.
        Si crees que nadie tiene razón,
        ES HORA DE BUSCAR A DIOS.

        Si el embarazo de una mujer no te dice nada.
        Si el nacimiento de u n niño no te hace llorar.
        Si un "papá dame un beso" no te llega al alma.
        Si un nieto no te hace soñar,
        ES HORA DE BUSCAR A DIOS.

        Si el firmamento no te pasma.
        Si las estrellas no te vislumbran.
        Si la luna no te mira.
        Si el universo no te asombra,
        ES HORA DE BUSCAR A DIOS.

Fuente: Aquí.


viernes, 28 de octubre de 2011

La humildad interior.


Muchos no quieren ni se atreven a pensar y a considerar las gracias que Dios les ha hecho en particular, por temor a volverse engreídos, y en esto se engañan porque, corno dice el gran Doctor Angélico, el verdadero medio para alcanzar el amor de Dios, es la consideración de los bienes que hemos recibido de Él; cuanto más los conozcamos, más lo amaremos; y como que los regalos recibidos personalmente conmueven más que los comunes, deben ser considerados con más atención.
En verdad, nada puede hacernos tan humildes delante de la misericordia de Dios como la consideración de sus beneficios, ni nada puede humillarnos tanto delante de su justicia como ver la multitud de nuestros pecados. Consideremos lo que Él ha hecho por nosotros y lo que nosotros hemos hecho contra Él, y, así como pensamos minuciosamente en nuestros pecados, pensemos también minuciosamente en sus gracias. No hemos de temer que lo bueno que Dios ha puesto en nosotros nos ensoberbezca, mientras tengamos bien presente que nada de cuanto hay en nosotros es nuestro. ¡Ah, Señor! ¿Dejan los burros de ser animales pesados y mal olientes, por el hecho de llevar a cuestas los muebles preciosos y perfumados del príncipe? ¿Qué tenemos de bueno, que no hayamos recibido? Y, si lo hemos recibido, ¿por qué nos hemos de ensoberbecer? Al contrario, la consideración viva de las gracias recibidas nos hace crecer en la humildad, pues el conocimiento engendra el reconocimiento. Pero si, al recordar las gracias que Dios nos ha hecho, nos halaga cierta vanidad, el remedio infalible será recordar nuestras ingratitudes, nuestras imperfecciones y de nuestras miserias.
Si meditamos lo que hemos hecho cuando Dios no ha estado con nosotros, veremos con claridad que lo que hemos practicado cuando ha estado con nosotros no es mérito nuestro ni de nuestra propia cosecha. Nos alegraremos, claro está, de poseerlo, pero no glorificaremos por ello más que a Dios, porque Él es el único autor. La Santísima Virgen confiesa que Dios ha hecho en ella cosas grandes, pero lo reconoce únicamente para humillarse y glorificar a Dios: "Mi alma -dice- glorifica al Señor, porque ha hecho en mí cosas grandes."
Decimos muchas veces que no somos nada, que somos la miseria y el desecho del mundo, pero nos dolería mucho que alguien hiciese suyas nuestras palabras y anduviese diciendo de nosotros lo que somos. Al contrario, hacemos como quien huye y se esconde, para que vayan en pos de nosotros y nos busquen: fingimos que queremos ser los últimos y que queremos ocupar el postrer lugar en la mesa, pero con el fin de pasar honrosamente al primero. La verdadera humildad no dice muchas palabras humildes, porque no sólo desea ocultar las otras virtudes, sino también y principalmente desea ocultarse ella misma, y, si le fuese lícito mentir, fingir o escandalizar al prójimo, haría actos de arrogancia y de soberbia, para esconderse y vivir totalmente escondida.
He aquí, pues, mi consejo, Filotea: o no digamos palabras de humildad, o digámoslas con un verdadero sentimiento interior, de acuerdo con lo que pronunciamos exteriormente; no bajemos nunca nuestros ojos, si no es humillando nuestro corazón; no aparentemos que deseamos ser los últimos, si no lo queremos ser de verdad. Conceptúo tan general esta regla, que no hago ninguna excepción, únicamente añado que, a veces, exige la cortesía que demos la preferencia a aquellos que evidentemente no la tendrían, pero esto no es ni doblez ni falsa humildad, porque entonces el solo ofrecimiento del lugar preferente es un comienzo de honor, y, puesto que no es posible darlo todo entero, no es ningún mal darles su comienzo. Lo mismo digo de algunas palabras de honor o de respeto, que, en rigor, no parecen verdaderas, pero lo son, con tal que el corazón de aquel que las pronuncia tenga intención de honrar y respetar a aquel a quien las dice; porque, aunque ciertas palabras signifiquen con algún exceso lo que decimos, no faltamos, al decirlas, cuando la costumbre lo requiere. Además de esto, quisiera yo que nuestras palabras se ajustasen, en la medida de lo posible, a nuestros afectos, para practicar siempre, en todo, la humildad y el candor del corazón. El hombre humilde preferirá que otro diga de él que es miserable, que no es nada, que no vale nada, a decirlo él de sí mismo; o, a lo menos, cuando sepa que lo dicen, procurará no desvanecerlo, y consentirá en ello de buen grado; porque, puesto que él así lo cree firmemente, está contento de que los demás sean del mismo parecer.
Muchos dicen que dejan la meditación y la oración mental para los más perfectos, porque no son dignos de ella; otros dicen que no se atreven a comulgar con frecuencia, porque no se sienten lo bastante puros; otros añaden que a causa de su miseria y fragilidad, temen deshonrar la devoción si la practican; otros se niegan a emplear sus talentos al servicio de Dios, porque, según afirman, conocen su flaqueza y tienen miedo de ensoberbecerse si son instrumentos de algún bien, y temen quedarse a oscuras, mientras iluminan a los demás. Todas estas cosas son artificiales y esta especie de humildad no solamente es falsa, sino, además, maligna, con la cual pretenden, tácita y sutilmente, desacreditar las cosas de Dios, o, a lo menos, cubrir, con la capa de humildad el amor propio que hay en su carácter y en su indolencia. "Pide al Señor una señal de lo alto de los cielos o de lo profundo del mar", dijo el Profeta al desdichado Acaz, y él respondió: "No la pediré ni tentaré al Señor." ¡Oh, el malvado! Finge una gran reverencia a Dios, y, con el pretexto de humildad, se excusa de aspirar a la gracia, a la cual le invita la divina bondad. Pero, ¿quién no ve que, cuando Dios quiere hacernos mercedes, es orgullo el rehusarlas?, ¿que hemos de aceptar los dones de Dios y que la humildad consiste en obedecer y en seguir tan de cerca, como es posible, sus deseos? Pues bien, el deseo de Dios es que seamos perfectos, uniéndonos a Él e imitándolo cuanto podamos. El orgulloso que se fía de sí mismo no quiere emprender nada; pero el humilde es tanto más animoso, cuanto más impotente se reconoce, y, cuanto más miserable se considera, tanto más valiente es, porque tiene puesta toda su confianza en Dios, que se complace en hacer resplandecer su omnipotencia en nuestra debilidad y en levantar su misericordia sobre el pedestal de nuestra miseria. Conviene, pues, que nos atrevamos humilde y santamente a hacer todo lo que nuestro guías espirituales creen favorable a nuestro aprovechamiento.
Pensar que sabemos lo que ignoramos, es una necedad evidente; querer darnos de sabios en lo que no conocemos, es una vanidad intolerable. Yo no quisiera hacer el sabio aun en lo que sé, pero tampoco hacerme el ignorante. Cuando la caridad lo exige, se ha de enseñar sinceramente y con dulzura al prójimo, no sólo lo que necesita para su instrucción, sino también lo que le es útil para su consuelo. La humildad que esconde y encubre las virtudes, para conservarlas, las hace, no obstante, aparecer, cuando la caridad lo exige, para aumentarlas, engrandecerlas y perfeccionarlas. En esto, se parece a un árbol de la isla de Tilos que, por la noche, oprime y mantiene cerradas sus bellas flores rojas, y no las abre hasta que sale el sol, de manera que los habitantes de aquella región dicen que estas flores duermen de noche. Asimismo, la humildad cubre y oculta todas nuestras virtudes y perfecciones humanas, y nunca las deja entrever, si no es obligada por la caridad, la cual, como no es una virtud humana sino celestial, no moral sino divina, es el verdadero sol de todas las virtudes, sobre las cuales siempre ha de dominar, por lo que la humildad que daña a la caridad es indudablemente falsa.
Yo no quiero ni parecer necio ni parecer sabio, porque si la humildad me impide parecer sabio, la simplicidad y la sinceridad me impiden parecer necio; y, si la vanidad es contraria a la humildad, el fingimiento, la afectación y la ficción son contrarias a la simplicidad y a la sinceridad. Si algunos siervos de Dios se han fingido locos, para hacerse más abyectos a los ojos del mundo, es necesario admirarlos, pero no imitarlos, pues ellos han tenido motivos para llegar a estos excesos, los cuales son tan particulares y extraordinarios, que nadie ha de sacar de ello consecuencias para sí. En cuanto a David, si bien danzó y saltó delante del Arca de la Alianza, no lo hizo porque quisiera parecer loco, sino que, sencillamente, hizo aquellos movimientos exteriores, en consonancia con la extraordinaria y desmesurada alegría que sentía en su corazón. Y cuando Micol, su esposa, se lo echó en cara, como si fuese una locura, él no se afligió al verse humillado, sino que, perseverando en la ingenua y verdadera demostración de su gozo, dio testimonio de que estaba contento de recibir un poco de oprobio por su Dios. Por lo tanto, te digo que si por los actos de una verdadera y sencilla devoción, te tienen por tonta o loca, la humildad hará que te alegres de esto.
(San Francisco de Sales)
Fuente: Introducción a la vida devota.

jueves, 27 de octubre de 2011

Aroma a café.



Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles.
No sabía como hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida.
Estaba cansada de luchar.
Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo.
Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego.
Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.
En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café.
Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose que estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón.
Sacó los huevos y los colocó en otro plato.
Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.
Mirando a su hija le dijo: "Querida " ¿qué vez?"
"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas.
Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera.
Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro.
Luego le pidió que probara el café.
Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: ¿Que significa esto, padre?
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: el agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente:
* La zanahoria llegó al agua fuerte, dura, soberbia; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer.
* El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
* Los granos de café, sin embargo eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua.
* ¿Cual eres tu hija? - Le dijo. - Cuando la adversidad llama a tu puerta; ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte, pero cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
* ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable y un espíritu fluido, pero que después de una muerte, una separación, un despido, una piedra en el camino se vuelve duro y rígido?
Por fuera te ves igual, pero eres amargada y áspera, con un espíritu y un corazón endurecido.
* ¿O eres como un grano de café?
El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor.
Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor.
Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor, tú reaccionas en forma positiva, sin dejarte vencer y haces que las cosas a tu alrededor mejoren ante la adversidad para que exista siempre una luz que ilumine tu camino y el de la gente que te rodea.

Autor: Pbro. Arturo Vargas.

lunes, 24 de octubre de 2011

Yo nací, muchas veces.


-Mi general, vengo a comunicarle que en el ejército se ha colado un espía. Acuérdese que no es la primera vez que esto sucede. Emiliano Zapata detuvo el caballo y se acomodó la carrillera:
-¿Quién es?
-Un hombre gordo de ojos azules. No hay más que fijarse en los ojos, parecen canicas de agua. Le aseguro que es un espía, verdad de Dios. Anda vendiendo baratijas entre los soldados y sus mujeres, y siquiera vendiera barato. Para vender lo que el vende, haría mejor un negocio en cualquier pueblo y no andar aquí exponiéndose a la balacera.
El oficial se caló la cachucha y se echó a trotar en el penco en busca de los miembros del Consejo de Guerra.
Yo me había disfrazado de comerciante para venir aquí, a la Sierra de Morelos, y auxiliar a los heridos que quedaban tirados en el campo después de los combates entre zapatistas y federales.
El 25 de noviembre de1911, Zapata promulgó un documento llamado el Plan de Ayala en que acusaba a la política del Presidente Francisco I. Madero según pedía la inmediata resolución de los problemas agrarios del país. No es justo que la tierra esté acaparada por unos cuantos y que el campesino viva como esclavo sin acceso a la propiedad de la tierra y por consiguiente ala libertad.
Madero contestó con las armas. Mandó militares de carrera para que batieran a Zapata y a su Ejército Libertador del Sur, con que había convertido su Estado natal de Morelos, en el foco de oposición contra los latifundistas y las fuerzas políticas que lo sostenían.
Qué comerciante ni qué nada. Ése es un “pelón” de Madero.
Yo cargaba en un cajón mis baratijas ofreciendo jabones, collares, tazas, espejitos.
-¿Cuánto cuesta ésa taza?
- Tres pesos.
- Muy cara, patrón.
De haber vendido barato, se me hubiera acabado muy pronto la mercancía y ni cómo surtir más. Lo que yo deseaba era que no se me vendiera nada para permanecer entre los soldados y poder auxiliarlos. Cuando las tropas se replegaban después del combate, me ponía a buscar heridos entre la maleza y los confesaba.
-¿Cómo te sientes?
-Muy mal
-¿Eres católico?
-Si
- Si hubiera aquí un sacerdote, ¿te confesarías con él?
- Si
- Pues yo soy sacerdote, confiésate, aquí traigo conmigo a Cristo para que comulgues.
Muchos revolucionarios, zapatistas y maderistas murieron en mis brazos, una bala en la cabeza y los ojos despedazados. Así anduve un tiempo de un lado a otro, hasta que me aprehendieron por sospechoso y me sentenciaron a muerte.
Cómo no ha de ser espía en dicho comerciante, él no se echa sus tragos como uno, ni maldiciones, ni bailes, ni nada de eso, cuando nos divertimos no hace ronda con nosotros, se aparta él sólo, verdad de Dios que lo hemos visto que se pasa al bando enemigo. No más mírenle los ojos.
Fusílenlo.
Antonio Díaz Soto y Gama, que era el ideólogo del movimiento, estaba al lado de Zapata cuando éste dictó la sentencia. Fusílenlo. Qué lástima no haber sabido quién era. Tal vez yo, Antonio Díaz y Gama, hubiera podido evitar la denuncia del oficial. Me impresionaba aquél hombre que exponía su vida por ayudar a los soldados. Yo volví a la Fe recordando su ejemplo, no más mírenle los ojos, y leyendo el evangelio maltratado que un campesino me regaló en la sierra.
En el momento mismo en que el oficial y los soldados se preparaban a dispararme, se me ocurrió decirles: Quiero dejarles de recuerdo mi reloj y esta cadena de oro. Entonces aventé el reloj y la cadena lo más lejos que pude y, mientras los soldados se disputaban el botín, corrí a esconderme entre unos cañaverales muy altos y tupidos que quedaban a mi espalda, mientras oía muy cerca las balas que los soldados disparaban sin rumbo fijo. Me fui por el momento sin qué comer ni dónde pasar la noche, que era cuando más caminaba para que no me alcanzaran, hasta que llegué a la ciudad de México.
Todos nacemos una vez, yo he nacido muchas veces. Y aquí estoy para contarlo. (Obispo San Rafael Guízar y Valencia)



San Rafel Guízar y Valencia Obispo Misionero.

Breve biografía.
Nació en Cotija (Michoacán) el 26 de abril de 1878. Aprendió sus primeras letras en la escuela parroquial de su tierra natal y más tarde en un colegio jesuita en la Hacienda de San Simón de Cotija. Inició sus estudios eclesiásticos en el seminario de la diócesis de Zamora en 1894 y en junio de 1901 fue ordenado sacerdote en la catedral de Zamora.

Durante las batallas de la Revolución mexicana, disfrazado de vendedor, actuó, de manera oculta, como sacerdote ayudando a los soldados moribundos y dándoles los auxilios espirituales de la Iglesia.

Luego de ser Director Espiritual y catedrático del Seminario de Zamora y canónigo de la Catedral, sufrió varios destierros por causa de la persecución religiosa que había en esos tiempos, y entre 1913 y 1919 viajó misionando a Cuba, Guatemala, Colombia y el Sur de los Estados Unidos.

Estando en Cuba, en agosto de 1919 fue preconizado 5º obispo de Veracruz por el Papa Benedicto XV, y el 30 de noviembre del mismo año recibió en La Habana, Cuba, la consagración episcopal. Tomó posesión de su diócesis el 9 de enero de 1920 en la ciudad de Xalapa. Durante su episcopado realizó varias misiones a prácticamente todas las parroquias de su territorio y luchó por su seminario, el cual mantuvo abierto en contra de las leyes que suprimían las congregaciones religiosas en México. Por causa de estas leyes fue perseguido y desterrado ya siendo obispo, particularmente durante el conflicto de 1926 a 1929

Afectado por diversas enfermedades (diabetes, flebitis, insuficiencia cardiaca y otros padecimientos) y estando desterrado de su diócesis, el 6 de junio de 1938 murió en la ciudad de México y su cuerpo fue trasladado a Xalapa, Veracruz, donde recibió sepultura. Al ser exhumado en 1950 se encontró su cadáver incorrupto y fue conducido a la Catedral de esa ciudad.

Beatificado en 1995 por el Papa Juan Pablo II, y el 15 de octubre del 2006 en la Ciudad del Vaticano fue canonizado por el papa Benedicto XVI.


Hoy 24 de Octubre es su fiesta litúrgica. 
San Rafael Guízar ¡Ruega por nosotros!

domingo, 23 de octubre de 2011

Ánimate, vamos.


“Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda creatura” Mc. 16,15.

Anunciar el evangelio es una invitación y a la vez una responsabilidad para todo bautizado. No es solamente para quienes están preparados o han tenido una formación especial como misioneros. Aunque es bueno, muy bueno que estemos preparados y estemos formándonos en alguna de las comunidades cristianas que existen en la Iglesia.

Lo más importante es que ese anuncio vaya respaldado por nuestro estilo de vida, que hagamos un esfuerzo por asemejarnos a Jesús, que estemos en un proceso de conversión, en una lucha constante, para vivir de acuerdo a nuestro modelo único, el Señor Jesús.

Contribuyamos a las misiones en el mundo con nuestra oración, nuestro testimonio de vida, con nuestra persona e incluso con nuestro aporte económico aunque sea mínimo.

¿Te ánimas? Es buen día para iniciar, hoy es el Domingo Mundial de las Misiones.



Saludos en Jesús y María.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Fe y caridad


La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. 
La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino. 
En efecto, muchos cristianos dedican sus vidas con amor a quien está solo, marginado o excluido, como el primero a quien hay que atender y el más importante que socorrer, porque precisamente en él se refleja el rostro mismo de Cristo. 
Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor resucitado. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40): estas palabras suyas son una advertencia que no se ha de olvidar, y una invitación perenne a devolver ese amor con el que él cuida de nosotros. 
Es la fe la que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida. 
Sostenidos por la fe, miramos con esperanza a nuestro compromiso en el mundo, aguardando «unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia» (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1).

lunes, 17 de octubre de 2011

Manifestación virtual, estoy aquí

Soyborderline TLP y Bipolaridad



Condenado al ostracismo de mi propio mutismo. A veces no pienso, en ocasiones no hablo. Pero cuando pienso "no importa", porque lo que diga no cambiará nada porque aquellos que me empujan a mi desierto de soledad lo hacen de manera "inconsciente" como lo hacemos nosotros cuando cerramos los ojos ante las miserias del mundo pensando que las cosas se resuelven solas. Ojalá todos tuviéramos un hueco un sitio, un día, un lugar, un momento: como éste para ser escuchados "aunque no lo seamos" para decirle a todos como nos sentimos, porque yo quiero ser leído escuchado y comprendido.

Me gustaría escribir algo especial para este día algo que haga pensar que las personas que tenemos una enfermedad mental y las que no, nos demos cuenta de que nadie tiene la culpa de ésta. Al que le toca le toca y tanto el enfermo como el que no tiene las mismas necesidades vitales, necesidades a las que los enfermos no debemos ni podemos renunciar porque nuestra vida está en juego.
Existe un periodo en la vida, un periodo largo en el que la “vergüenza” de sentirnos enfermos y culpables por nuestra enfermedad nos impide mostrar al mundo nuestras cualidades; cualidades sepultadas por la sensación y los pensamientos de que la sociedad nos rechaza dejándonos a un lado en el camino de la vida. Existe ese periodo en el que la soledad se apodera de nuestro pensamiento porque cada uno combate solo contra ésta porque el miedo a que nuestra enfermedad sea descubierta de forma abierta nos da pánico porque sabemos que nos cerrará muchas puertas.

No queremos ser la comidilla y el blanco de las burlas, ni dar pena, queremos ser personas que pasan desapercibidas en la inmensidad de la marabunta humana en la que hay de todo, no hay nadie que pueda afirmar que no tiene ningún defecto, ninguna característica que no le diferencie del resto. Estamos enfermos pero seguimos pensando y nos duele que las personas nos den de lado que piensen que no somos válidos, que piensen que somos parte del decorado, que hablen de nosotros como si no estuviéramos presentes. Tenemos voz, aunque muchas veces nos cueste expresarla, porque llevamos mucho tiempo callados, aislados del mundo, estamos en el lugar en el que la gente nos ha dejado o al que nosotros mismos nos hemos retirado porque nadie nos ha dado la mano para seguir caminando.
Necesitamos un hogar, un trabajo, una familia, amistades, necesitamos mirar al futuro con otra mirada. Con la mirada del que sabe que no importa las dificultades que tenga que afrontar porque se sabe capaz de poderlas superar.
 
Hoy es el día en que levanto la voz no para hacer ruido sino para deciros que somos muchos y que para ser escuchados debemos manifestarnos, no importa que hoy sientas que no tengas voz, todavía tienes un cuerpo hazte ver, hay muchas formas de hacerse sentir.

SOLO QUIERO DECIR QUE YO TAMBIEN ESTOY AQUÍ

Tengo esquizofrenia pero no soy un inútil, tengo problemas para comunicarme, pero no soy mudo. Tengo problemas… pero quién no los tiene. Pero por encima de todo soy persona, tengo pensamientos y emociones, “me duele que tú no los veas”. Puedes pensar que soy apático que soy un vago que no tengo sangre en las venas pero ni por un segundo pienses que no siento, que no pienso, porque aunque tú no lo creas de verdad que siento. Y quizás ese sea el problema, a veces pienso que si no sintiera no me dolería: “saber que me has dejado solo”. Autor: Usuario de Soy borderline


Fuente:http://soyborderline.com/documentacion-y-articulos/editorial/8142-manifestacion-virtual-estoy-aqui.html 

Soy borderline es un sitio en la web de ayuda para personas con problemas psicológicos y psiquiátricos y también para sus familiares.

También conoceran y entenderan un poquito más a las personas que tenemos padecimientos psiquiátricos, invito a que conozcan el sitio.

domingo, 16 de octubre de 2011

¡Te quiero... te amo... te adoro!


ERES TODO PODEROSO 
(Canción)
La única razón de mi adoración
Eres Tú mi Jesús
Mi único motivo para vivir
Eres Tú mi Señor
Mi única verdad esta en Ti
Eres mi luz y mi salvación
Mi único amor eres Tú Señor
Y por siempre te alabare

Eres todopoderoso
Eres grande y majestuoso
Eres fuerte invencible
Y no hay nadie como Tú

La única razón de mi adoración
Eres Tú mi Jesús
Mi único motivo para vivir
Eres Tú mi Señor
Mi única verdad esta en Ti
Eres mi luz y mi salvación
Mi único amor eres Tú Señor
Y por siempre te alabare.
¡AMÉEEEEEEEEEN!






¡Saludos en Jesús y María! 
Amémos al Amor!!

Enemigo a vencer: la ignorancia.


"El padre Juan Eusebio Nieremberg S. J., escribió una obra considerada clásica dentro de la espiritualidad ignaciana, extrañamente titulada: “Diferencia entre lo Temporal y Eterno, Crisol de Desengaños, con la Memoria de la Eternidad, Postrimerías Humanas, y Principales Misterios Divinos”, sobre las tan olvidadas cosas últimas de nuestra fe católica. A ésta añadió una “Invectiva contra el Adorno superfluo de las Galas”, en sabroso romance castellano. La edición de que dispongo, todavía legible y con su rigurosa licencia eclesiástica, data de 1779. 
Elijo este texto de alguna antigüedad con la única finalidad de mostrar que el problema de la ignorancia religiosa no es asunto ni de ayer ni de antes de ayer, sino condición humana tan lamentable y real como cotidiana y de siempre. Que en eso nos aventaja la ignorancia, que no respeta épocas ni edades ni tiempos. Cito, pues, el primer párrafo de la obra de nuestro esclarecido autor, que dice así: “Para el uso de las cosas ha de preceder su estima, y a su estimación su noticia; la que es tan corta en este mundo, que no sale fuera de él a considerar lo celestial y eterno, para que fuimos criados. Pero no es maravilla, que estando las cosas eternas tan apartadas del sentido, las conozcamos tan poco; pues aun las temporales que vemos, y tocamos con las manos, las ignoramos mucho. ¿Cómo podremos comprender las cosas del otro mundo, pues las de este en que estamos, no las conocemos?”. Habrá, sí, que leer dos o tres veces el párrafo para que se asiente en el intelecto, pero quizá podamos resumirlo diciendo de manera llana que no se ama lo que no se conoce, y que si desconocemos lo que tenemos a la vista, mucho más ignoramos y menos amamos, lo que no vemos.  
La ignorancia ha llegado a ser un componente añadido a la naturaleza humana pecadora, y más tratándose de las cosas celestiales, o sea de nuestra fe. No debe, pues, sorprendernos, aunque sí preocuparnos, el terrible cúmulo de creencias, agüeros, supersticiones, maleficios, horóscopos, fetiches, piedras encantadas o lugares mágicos, vibraciones y toda clase de limpias, sobas y rituales curativos practicados por brujos, chamanes, síquicos, astrólogos y similares, cosas éstas que hemos podido ver en su tropical efervescencia y pagano esplendor durante el inicio del año tanto en periódicos, revistas, noticieros, reportajes, sin excluir hogares y hasta templos católicos.
Como el lazo que nos ata a la divinidad radica en la condición humana, y la ignorancia anida en lo recóndito nuestro, estos rituales y creencias llegan a considerarse como naturales y reviven siempre con nuevo esplendor. Son ídolos nuevos con malicia vieja. Tarea inmensa –“Obra de misericordia”, le llama la Iglesia- ha sido enseñar al que no sabe, y más al que cree que lo sabe todo, como agudamente lo nota el padre Nieremberg, cuando dice: “A esto puede llevar la ignorancia humana, que aun no conoce aquello que piensa que más sabe”. Pero la verdad tiene su propio peso, su luz divina, que es la que se impone por el brillo de su propio esplendor, incluso al error. Su destino es padecer, nunca perecer. Engendra siempre esperanza"
Obispo: Mario De Gasperín.

Fuente:Obispo Mario de Gaspeín.  
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