
Los profetas, nos ayudan con su esperanza y confianza en el Mesías que iba a venir, y la Virgen María, es nuestro gran modelo de espera gozosa ella se sabe pobre y frágil en un mundo necesitado de la acción salvadora de Dios y se abre a Él para hacer posible su venida.
También podemos celebrar la venida constante de Dios en los acontecimientos de nuestra existencia, cuando dejamos que Él nos acompañe, en la oración, muy en especial en los Sacramentos y cuando nos reunimos como hermanos, e hijos de un mismo Dios.
El Adviento es también una mirada a la venida definitiva como horizonte final de nuestra vida, donde la esperanza proclama que nuestra historia no está condenada al fracaso, sino a compartir con toda la humanidad la vida plena de Dios. Una esperanza alegre y pacificadora que alienta en el camino y anima a la responsabilidad bajo la certeza de que una mano amorosa y misericordiosa nos acogerá para la vida eterna.
¡Que vivamos este tiempo buscando la santidad nuestra y la de nuestros hermanos!