Jean Pierre Camus, obispo de Belley, cuenta una conversación que tuvo con san Francisco de Sales: “En una ocasión pedí al obispo de Ginebra que me dijera qué debía hacer para alcanzar la perfección. -Debes amar a Dios con todo tu corazón, respondió, y a tu prójimo como a ti mismo. No le pregunté dónde está la perfección, sino cómo llegar a ella. -La caridad, respondió, es tanto el medio como el fin. La única manera por la que podemos alcanzar la perfección es, después de todo, la misma caridad… Así como el alma es la vida del cuerpo, la caridad es la vida del alma.
Ya sé todo eso, repliqué. Pero lo que quiero saber es cómo uno ha de amar a Dios con todo el corazón, y al prójimo como a sí mismo. Y él nuevamente respondió: -Debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. No he avanzado nada, repliqué. Decidme cómo debo adquirir tal amor. La respuesta del obispo fue:
-Igual que a hablar se aprende hablando y a correr corriendo, se aprende a amar amando”. Así de sencillo.
Autor: Eusebio Gómez Navarro.
Así de sencillo..!
ResponderEliminarGracias.
Un abrazo
Buenas tardes María del Rayo. Como caminar caminando, sólo que necesitamos darnos cuenta ó que nos adviertan que lo estamos haciendo para descubrir la belleza de los verbos personales de Dios y sus hijos.Un abrazo.
ResponderEliminarMuy cierto, María: a amar se aprende amando.
ResponderEliminarGracias por visitarme y, mis mejores deseos para ti de unas Navidades llenas de ilusión, amor y esperanza.
Besos. María
Asi de sencillo parece leyéndolo pero luego, ¡Ay cuantos tropiezos!.
ResponderEliminarGracias María.
Un abrazo.
Así de fácil... amar amando verdaderamente, de corazón. Besos Martha.
ResponderEliminarY con qué facilidad se nos olvida esto. Andamos para arriba y para abajo trantando de inventar cosas, cuando ya se nos dió el manera y la esencia de la santidad: el amor.Gracias y bendiciones.
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