¡Y qué cortos y qué largos se hicieron los nueve meses!
Largos para mi cabeza, para el corazón muy breves. Estaba dentro de mí y aunque
a Él no le sentía, sentía cómo mi sangre al rozarle sonreía.
Nadie notó en Nazaret lo que estaba sucediendo: que teníamos
dos cielos, uno arriba, otro creciendo.
¡Qué envidia me tuvo el cielo durante
los nueve meses! El albergó al Dios eterno. Yo tenía al Dios creciente.
¡Qué
fácil le fue todo al buen Gabriel! Vino, dio su mensaje y se fue. Se fue sin
aclararme nada de nada, y dejó mil preguntas en mis entrañas. ¿Y quién me las
responde si miro al cielo? ¿Este Dios que llevo dentro? ¿Dios está en el cielo?
¿El cielo está en Dios? Y yo por los montes llevando a los dos.
Si estaba hecho de carne ¿era carne de cristal? Y Yo pisaba
con miedo, no se me fuera a quebrar. Cuando yo respiraba Él; cuando yo bebía,
bebía también el autor del aire, del agua y la sed.
¿Y cómo podría ser Dios tan sencillo si dentro de mí pesaba
poco más que un cantarillo? Yo acariciaba mi seno para tocarle, porque
Él
estaba allí al tiempo que en todas partes.
¡Qué fácil le fue todo al buen Gabriel! Dijo que es Dios y
es hombre, dijo que es hijo y rey...
Ay en lo demás, Señor, puse la fe.
Si yo no hubiera podido engendrar sin ser mujer ¿por qué los
hombres desprecian lo más que se puede ser? Los niños de Nazaret corren y
saltan conmigo: son como abejas que buscan miel en el rosal florido.
Cuando yo me alimento, Dios de mi vida, ¿sostengo yo tu
sangre o Tú la mía? Cuando miro en la fuente el agua clara, pienso que son tus
ojos que se adelantan.
No sé qué dijo el ángel de un dolor y una cruz. Sé que en la
noche sangro temiendo que seas Tú. Si yo he sido pobre Tú lo serás más. Porque
Dios es pobre si es Dios de verdad.
Las mujeres con envidia contemplan mi gravidez y no saben
que soy madre más que de carne, de fe. Cada noche miro al cielo y recuento las
estrellas. Falta una y yo lo sé.
¡Pero qué ganas de verla!
José mira y me dice: ¿Cómo estás? ¿Cómo está Él? Le
respondo: Yo esperando y Él ardiendo a todo arder. Antes de que Tú vinieras yo
vivía en oración. Ahora ya ¿para qué si somos uno, los dos?
Cuando llevo hasta
mi boca el tierno pan recién hecho, me parece que comulgo la carne que llevo
dentro. Esclava soy, esclava fui, pero mis cadenas yo no las rompí: me las
dieron rotas cuando nací.
Cuando escucho cómo saltas de gozo dentro de mí, pienso: ¿En
un mundo tan triste le dejarán ser feliz? ¿Y Tú, pequeño mío, cómo vas a poder
liberar a este mundo que esclavo quiere ser?
Temo que no será fácil, mi amor, que no será fácil ser
Salvador. Con mi “sí” se abrió Dios
mismo, y con su “sí”, mis entrañas, y con un “sí” de los dos se abrió el reino
de las almas.
Lo creo y no me lo creo, no me lo puedo creer, pues sé que
Él es más que un hombre siendo sólo yo mujer. Si dicen que fe es no ver las
cosas con la mirada, yo sé que no he visto a nadie cuando Él llegó a mis
entrañas.
María, que bonito. Qué cosas le diría a su Hijo; yo la pido que me enseñe a hacer oraciones amorosas como Ella.
ResponderEliminarGracias, María, un beso.
Feliz Adviento!!
Que oración tan hermosa, pensar lo que Ella sentía, me encantó. Abrazos.
ResponderEliminarque sencillez mas preciosa...le pido a la Madre me ayude y prepare bien!!! y justo me dice que en mis fuerzas nunca!! solo abandonandome a la Gracia.....y sé que lo hará...preciosa entrada
ResponderEliminarGracias por todo, María, por tu bondad y constancia.
ResponderEliminarMuy hermoso texto.
¡Feliz Navidad!, querida María. DTB!!!!
Muy feliz y santa Navidad querida María. Gracias por estar siempre ahí, en el silencio. Que el Señor te siga bendiciendo. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarMuy feliz Navidad amiga María del Rayo!
ResponderEliminary próspero 2014 pleno de alegría en Dios!!!
Mi querida María del Rayo.paso a desearte una santa Navidad.
ResponderEliminarQue Dios te bendiga
Con ternura
Sor.Cecilia
Maria cariño, publica, que seguro que habemos muchos deseándolo.
ResponderEliminarSe de alguien que cumple añitos mañana, jijijijij....