El Misterio de la Encarnación nos
enseña que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, o sea el Hijo, se
encarnó y se hizo hombre en las purísimas entrañas de la Virgen María.
Encarnar significa hacerse carne,
esto es, hacerse hombre. Cuando decimos que el Hijo de Dios se encarnó,
queremos expresar que se hizo hombre, tomando un cuerpo y un alma como los
nuestros.
Cristo, es pues, Dios y hombre
verdadero. Hay en Él dos naturalezas, la divina y la humana, cuya unión forma
una sola Persona que es la divina.
LA UNION HIPOSTATICA
En Jesucristo hay dos
naturalezas: una divina, porque es Dios; y otra humana, porque es hombre.
a) Su naturaleza divina.
Jesucristo es Dios desde toda la
eternidad, puesto que es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Y es
hombre desde la Encarnación, es decir, desde que unió a su Persona la
naturaleza humana, en el seno virginal de María Santísima.
En el primer capítulo de su
Evangelio, nos enseña San Juan esta doble verdad: (y así nos dice que):
"En el principio era el Verbo, y el Verbo era Dios"; y que "El
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan 1,1;1,8).
Puesto que en Jesucristo hay dos
naturalezas, habrá que decir que todo aquello que pertenece a la naturaleza en
Jesucristo será doble: hay en Él, dos entendimientos, uno que corresponde a la
Naturaleza divina y otro a la humana. Por la misma razón hay también en Él dos
voluntades.
Respecto a su Naturaleza divina
basta decir que tenía todas las perfecciones de la divinidad: hablemos de su
naturaleza humana.
b) Su Naturaleza humana
En la naturaleza humana de
Cristo, podemos distinguir dos elementos: el cuerpo y el alma.
1.-El cuerpo de Cristo es: a)
Real: "Palpad, decía a sus Apóstoles después de su resurreción, y
considerad que un espíritu no tiene carne ni huesos como vosotros veis que yo
tengo" (Lucas 24,39). b) Delicado y perfectísimo, aunque sujeto al dolor,
a las necesidades y a la muerte, porque venía a expiar nuestros pecados.
2.-El alma de Cristo es, como la
nuestra, un espíritu creado por Dios para animar su cuerpo. Es, sí,
infinitamente más perfecta, ya en sus facultades naturales, ya en sus dones
sobrenaturales.
b.1) Facultades naturales
Digamos algo de sus facultades
naturales; entendimiento y voluntad.
1.-Su entendimiento estaba dotado
de excelentes conocimientos. "En él, dice San Pablo, estaban encerrados
todos los tesoros de la sabiduría y ciencia de Dios" (Colosenses 2,3).
El entendimiento humano de Jesús
estuvo dotado de tres clases de ciencias: la infusa, esto es, infundida
directamente por Dios sin necesidad de imágenes ni raciocinios; la beatífica, o
contemplación de la divina esencia; y la adquidida por medio de los sentidos y
la razón. Las dos primeras le venían a causa de su unión con el Verbo; la
tercera la adquirió con el paso del tiempo, en primer lugar de San José que le
enseñó su oficio, de su Madre Santísima, del conocimiento sensible, de las
enseñanzas de la Escritura y de los maestros de Israel.
2.-La voluntad humana de Cristo
era perfectísima, dotada de eminente poder y santidad, y de perfecta libertad.
"Soy dueño de mi vida y dueño de recobrarla", decía el Salvador (Juan
10,18).
Tenía la voluntad de Cristo dos
eximias perfecciones, de que carece la nuestra: la impecabilidad (no podía
pecar, ni sentía inclinación al mal); y la integridad (en él no había
concupiscencia, sino que el apetito estaba perfectamente sometido a la razón,
puesto que en Cristo no existía el pecado original, ni aquellas de sus consecuencias
que envuelven imperfección moral). Había también en Cristo perfecto acuerdo
entre su voluntad humana y la divina.
En su voluntad humana se daba
principalmente un amor tiernísimo para con sus padres; y del amor, misericordia
y mansedumbre con los hombres.
"Mi comida es hacer la
voluntad del que me ha enviado". "Venid a mí todos los que estáis
agobiados por el sufrimiento, que yo os aliviaré". "Aprended de mí
que soy manso y humilde de corazón" (Juan 4,34; Mateo 11,28-29).
En Cristo hubo pasiones; y así
leemos en la Escritura que amó con predilección a San Juan, lloró ante la tumba
de Lázaro, y se llenó de angustia, tedio y tristeza al pensamiento de su
pasión. Sus pasiones, sin embargo, se diferenciaban de las nuestras en que
nunca tendieron a un fin malo, y siempre obedecían la dirección rectísima de su
voluntad.
b.2) Dones sobrenaturales y
preternaturales
Cristo estuvo adornado con la
plenitud de la gracia, virtudes y dones del Espíritu Santo; y no podía ser de
otra manera dada su unión íntima y personal con la divinidad.
"Hemos visto su gloria,
lleno de gracia y de verdad. De su plenitud todos hemos recibido" (Juan
1,14,16).
Respecto a los dones
preternaturales ya hemos indicado que tuvo la ciencia y la integridad; más no
la inmunidad ni la inmortalidad, pues quiso expiar nuestros pecados
sometiéndose al sufrimiento y a la muerte.
EN CRISTO NO HAY SINO UNA SOLA
PERSONA: LA DIVINA
Las dos naturalezas de Cristo
están unidas en una sola Persona, que es la divina, a quien llamamos
Jesucristo.
El Verbo divino no se unió a una
persona humana, sino a una naturaleza humana; y así la persona divina hace las
veces de persona no sólo para la Naturaleza divina, sino también para la
naturaleza humana, a la cual se unió.
Nuevamente aquí se encuentra nuestra
inteligencia frente a un misterio. Podemos comprobar que en esta unión no hay
contradicción, pero no podemos comprender a fondo cómo se hace. Creemos sí con
absoluta firmeza en él, porque Dios nos lo reveló en forma que nos brinda plena
certidumbre.
Así como dijimos que en
Jesucristo todo lo que se refiere a la naturaleza es doble (dos inteligencias,
dos voluntades), todo lo que se refiere a la persona será único; y así, no
adoro en Él dos seres, sino uno solo, no actúan dos individuos sino uno solo.
LA UNION HIPOSTATICA
La unión de las dos naturalezas
en Cristo se llama hipostática o persona, porque ambas están unidas en una sola
Persona: la del Verbo.
Hipóstasis es el sustantivo que
corresponde al sustantivo castellano persona, e hipostático al adjetivo que
corresponde con el adjetivo personal.
Las dos naturalezas de Cristo se
mantienen unidas, pero sin confundirse; como el cuerpo y el alma en el hombre
están en íntima unión, pero sin confundirse el uno con la otra.
La unión de las dos naturalezas
en Cristo es perpetua. El Verbo tomó la naturaleza humana siempre. Por eso en
la Eucaristía y en el cielo su divinidad permanece unida a su cuerpo y a su
alma.
ALGUNAS CONSECUENCIAS DE LA UNIÓN HIPOSTATICA
Esta unión tiene consecuencias
importantes: a) todos los actos de Cristo tienen valor infinito; b) su
humanidad merece adoración; c) hay comunicación de propiedades entre las dos
naturalezas.
VALOR INFINITO DE SUS ACTOS
La persona, en general, tiene la
propiedad de ser centro de atribución de todos los actos del individuo; de modo
que todo lo que éste haga se atribuye a su persona.
Lo mismo pasa en Cristo. Todas
sus acciones, así las de su Naturaleza divina como las de la humana, se
refieren a su persona.
Así decimos que Cristo creó el
mundo (obra propia de Dios), y que padeció (obra propia del hombre).
De esta doctrina se saca la
consecuencia importantísima que todas las acciones de Cristo, aun las propias
de su naturaleza humana tienen valor infinito por atribuirse a la persona
divina del Verbo.
Esta doctrina nos permite también
ilustrar la Redención:
En efecto, si hubiera en Cristo
dos personas, una divina y otra humana, la Redención no hubiera podido
verificarse; pues la persona divina no hubiera podido padecer ni morir; y la
persona humana hubiera podido padecer y morir, pero sus acciones no tendrían
valor infinito, por no proceder de una persona divina.
Por el contrario, en la doctrina
católica se ilustra la Redención; porque Cristo padece en cuanto hombre, esto
es, en su naturaleza humana; pero sus padecimientos tienen valor infinito por
la unión personal entre la naturaleza humana y la Persona divina.
"En efecto, amó Dios tanto
al mundo, que le dió a su unigénito Hijo. Así como en el hombre-Adán este
vínculo quedó roto, así en el hombre-Cristo ha quedado unido de nuevo"
(Juan Pablo II).
SU HUMANIDAD MERECE ADORACIÓN
La Humanidad de Cristo merece ser
adorada a causa de su unión personal con el Verbo divino. De modo que el culto
que se rinde a su Humanidad se rinde al Hijo de Dios.
Por eso la Iglesia permite que al
Corazón de Jesús y a sus sagradas llagas se dé culto directo de latría o
adoración.
COMUNICACIÓN DE PROPIEDADES
La comunicación de propiedades
consiste en que puede atribuirse a Cristo Dios lo que es propio de la
naturaleza humana; y a Cristo hombre lo que es propio de la naturaleza divina.
Así se puede decir que Dios murió y resucitó; o que un hombre es inmortal y omnipotente.
Buenos días María del Rayo. Que bien explicado está. No pocos disgustos hemos tenido a lo largo de la historia de la cristiandad y ¡cuántas herejías! al respecto. Un abrazo.
ResponderEliminarBendita seas hermanita ♥ Marìa del Rayo de Luz del Señor ♥ y vaya que si lo sos ! hermoso todo lo que nos compartìs !
ResponderEliminarMarìa te doy las gracias por estar y ser tan buena conmigo !
quiero dejarte dedicado a vos y toda esa gente tanta gente hermosa como vos !
Un poema de Hamlet Lima Quintana
* Gente necesaria *
“Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con solo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.
Hay gente que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas,
que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.
Hay gente que con solo abrir la boca
llega a todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.
Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria.”
Marìa alma y corazòn colmado de Luz Bendita !
un abrazo de corazòn a corazòn !
Bendita seas en cada nuevo amanecer *
Paz y Bien * * *
♥G♥R♥A♥C♥I♥A♥S♥ *
Gracias María del Rayo por tu entrada sobre la doble naturaleza de Cristo.
ResponderEliminarCon ternura te dejo un beso
Sor.Cecilia