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viernes, 24 de junio de 2016

Maestra de Esperanza.



María proclama que la llamarán bienaventurada todas las generaciones. Humanamente hablando, ¿en qué motivos se apoyaba esa esperanza? ¿Quién era Ella, para los hombres y mujeres de entonces? Las grandes heroínas del Viejo Testamento —Judit, Ester, Débora— consiguieron ya en la tierra una gloria humana, fueron aclamadas por el pueblo, ensalzadas. El trono de María, como el de su Hijo, es la Cruz. Y durante el resto de su existencia, hasta que subió en cuerpo y alma a los Cielos, es su callada presencia lo que nos impresiona. San Lucas, que la conocía bien, anota que está junto a los primeros discípulos, en oración. Así termina sus días terrenos, la que habría de ser alabada por las criaturas hasta la eternidad.


¡Cómo contrasta la esperanza de Nuestra Señora con nuestra impaciencia! Con frecuencia reclamamos a Dios que nos pague enseguida el poco bien que hemos efectuado. Apenas aflora la primera dificultad, nos quejamos. Somos, muchas veces, incapaces de sostener el esfuerzo, de mantener la esperanza. 

Porque nos falta fe: ¡bienaventurada tú, que has creído! Porque se cumplirán las cosas que se te han declarado de parte del Señor.

Autor: San Josemaría Escrivá.

Libro Amigos de Dios Punto 286

sábado, 16 de junio de 2012

CON MUCHO AMOR


SOY TODO TUYO MARÍA

Virgen María, Madre mía
me consagro a ti y confío en tus manos
toda mi existencia.


Acepta mi pasado con todo lo que fue.
Acepta mi presente con todo lo que es.
Acepta mi futuro con todo lo que será.


Con esta total consagración
te confío cuanto tengo y cuanto soy,
todo lo que he recibido de Dios.


Te confío mi inteligencia,
mi voluntad, mi corazón.


Deposito en tus manos mi libertad;
mis ansias y mis temores;
mis esperanzas y mis deseos;
mis tristezas y mis alegrías.


Custodia mi vida y todos mis actos
para que le sea más fiel al Señor
y con tu ayuda alcance la salvación.


Te confío ¡Oh María! Mi cuerpo y mis sentidos
para que se conserve puro
y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.


Te confío mi alma
para que Tú la preserves del mal.


Hazme partícipe de una santidad
igual a la tuya:
Hazme conforme a Cristo,
ideal de mi vida.


Te confío mi entusiasmo
Y el ardor de mi juventud,
para que Tú me ayudes a no envejecer en la fe.


Te confío mi capacidad y deseo de amar,
enséñame y ayúdame a amar
como Tú has amado y como Jesús quiere que se ame.


Te confío mi incertidumbre y angustias,
para que en tu corazón yo encuentre
seguridad, sostén y luz,
en cada instante de mi vida.


Con esta consagración
me comprometo a imitar tu vida.


Acepto las renuncias y sacrificios
que esta elección comporta,
y te prometo, con la gracia de Dios
y con tu ayuda,
Ser fiel al compromiso asumido.


Oh María, soberana de mi vida
y de mi conducta
dispón de mí y de todo lo que me pertenece,
para que camine siempre junto al Señor
bajo tu mirada de Madre.


¡Oh María!
soy todo tuyo
y todo lo que poseo te pertenece
Ahora y siempre.
AMEN.
TOTUS TUUS

Autor: Beato Juan Pablo II

Hoy festejamos al Inmaculado Corazón de María, y en el mundo hay personas que la aman mucho, mucho y le demuestran su amor con unas obras increíbles, les dejo un enlace para que vean como se le demuestra el Amor a Dios por medio de la Santísima Virgen María.

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