viernes, 4 de junio de 2010

Carta de un Cura dirigida a una periodista


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Señora Torres,

He tenido la delicadeza de leer su artículo, "El sexo de los curas", publicado en El País, y quisiera dirigirme a vuestra usía, por si la casualidad del ciberespacio, hiciera posible que viera estas palabras.
Me presento, soy un "susodicho", un "sujeto", un "mutilado emocionalmente" y todas esas santas lindezas que sin conocerme, me y nos dedica, aunque me siento más elogiado con sus palabras, en comparación a las que en otras ocasiones su educación dedicó, por ejemplo, usted llamó putas a 10.000.000 de mujeres aquí en España. Es un número inexacto, pero aunque lo dejemos en 5, 4, 3, 2 o incluso 1 millón no deja de ser una lindeza. Desde el domingo, en el que leí su artículo, estuve esperando a tener un hueco libre para dirigirme a vuestra usía, y he aquí el motivo de mi carta.
Decirle que soy una persona que desde hace 13 años hizo sus promesas de vivir castamente, y quisiera pedirle perdón por no actuar como le gustaría a usted. Primeramente, le diré que se confunde cuando dice que me lo impusieron, al usted hablar de "celibato obligatorio" Yo era consciente del paso que estaba tomando, nadie me lo impuso, ni nadie atentó contra mi libertad obligándome a tomar esa decisión. En algo quisiera, y creo que estará en acuerdo conmigo, este paso, al igual que el matrimonio, la convivencia, etc... hay que darlo con una madurez afectiva, a nadie deberían ordenar sacerdote sino ha alcanzado una madurez afectiva, sino es cuando pueden llegar a producirse las desviaciones, las degeneraciones, las atrocidades de los mal nacidos pederastas. Los delitos de pederastia no son fruto de la castidad, repito por si no se me oyó, ¡LOS DELITOS DE PEDERASTIA NO SON FRUTO DE LA CASTIDAD!
Siento mucho que me trate como un autómata sin capacidad de sentimiento, admiración, de amar, de sufrir, de llorar... porque me da la impresión que reduce el concepto de SEXUALIDAD al de GENITALIDAD. Yo, si he renunciado a una genitalidad a lo que usted pone como "...el estremecimiento de la piel desnuda de otro rozando la propia...", pero no he renunciado al estremecimiento que si me produce el abrazar, querer, llorar y amar a otras personas, a pesar de que vayan vestidas. Y esa castidad que me toca vivir a mi le toca vivir, creo yo, a muchas personas que hicieron un compromiso de fidelidad sean sacerdotes, sean parejas, matrimonios, etc... Por supuesto, si en nuestros valores, entra el concepto de fidelidad.
Dice que sólo hablamos teóricamente, pero creo que en ese mismo pecado está cayendo usted al hablar de nosotros que sin saber habla como si nos hubiese parido. Voy a utilizar una comparación, aunque son odiosas, un médico para curar un cáncer no tiene que haberlo padecido con anterioridad.

Pero, perdón por meterme donde no me llaman ya que el escrito suyo iba dirigido a esos "padres católicos" que tienen la desfachatez de mandar a sus hijos a un colegio que tienen ideario católico. Muchas veces pienso en esas personas que enarbolan la bandera de la libertad pensando que son ellos los únicos que la pueden coger y por eso no se la dejan a nadie. Supongo que esos pobres padres tendrán la libertad suficiente e incluso pienso que la capacidad para poder decidir por si. Habla del tejido social como si fuera usted la que tejió la manta de España y que sólo debe tener sus miras, perdone que me levante, pero ya leí su artículo y me he sentado a dedicarle unas palabras. Sólo le diré que YO ME CONFIESO Y LE PIDO PERDÓN POR NO PENSAR COMO USTED.

3 comentarios:

  1. Saludos Maria del Rayo,

    Esta Carta de un Cura dirigida a una periodista, muy interesante, verás por experiencia propia, creo que la educación católica no tiene nada de mutiladora en lo referente a lo emocional o sexual, quienes educan en este tema son los padres con el ejemplo diario, su modo de comunicarse, y los refuerzos que aplican en los hijos; es preferible ser educado bajo un modelo de principios religiosos, éticos y morales; que crecer sin un solo límite y con la deshumanización que produce la ausencia de valores; en lo que respecta a el sacerdocio, son individuos perfectamente normales con la manifestación de su sexualidad inherente desde el nacimiento que es imposible eliminar, -según referencias de psícologos y psiquiatras-, la castidad es una decisión personal y se requiere mucha enteresa, fuerza de voluntad y sanidad para lograrla.

    Todos los escándalos mencionados con el sacerdocio, si los buscan en el mundo laico, los encuentran y si buscamos estadísticas, verémos la cantidad de horrores que día a día suceden en este mundo libre, muchos a la vista de todos y nadie hace absolutamente nada para eliminarlos.

    Creo que si se desea criticar al prójimo primero se deben aplicar algunas áximas por solo mencionar algunas:

    "Sacate la viga de tu ojo antes de ver la paja ajena", esto es, antes de señalar el error del otro, primero debo quitar el mio de la conciencia para poder hablar;
    "El buen juez por su casa empieza", para mejorar el mundo, primero debemos arreglar nuestras vidas; otra que recuerdo y se aplica sería, "Se atraen más moscas con miel que con vinagre", para llamar la atención y hacer de este mundo mejor, hay que trabajar con enteresa y amor, en lugar de lanzar al mundo caudas de odio, vista ácida para estos último no se ocupa el menor esfuerzo, es un mal hábito arraigado en la mayor parte de la humanidad y nada bueno a traido a estas y a las futuras generaciones, a ver cuando dejamos de hechar culpas a los demás y nos dedicamos a arreglar primero nuestra persona, luego nuestra familia, comunidad y así sucesivamente hasta llenar de perdón y amor el mundo.

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  2. Clau, si primero pensaramos en la corrección personal, y después en los demás seguro que habríamos avanzado mucho, pero no, hacemos lo contrario a ver que le podemos reprochar a nuestro prójimo, con razón o sin razón.
    Que el Señor nos ayude a ser misericordiosos también nosotros.

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  3. Gracias María por publicar la entrada de mi blog. Te mando muchas bendiciones. Unidos en oración

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Gracias por sus comentarios, para mi son muy importantes.

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