1.- Solo sigue
tratando de convertirte en un santo.
"El buen Dios
no exige más de ti que buena voluntad… pronto, movido por tus inútiles
esfuerzos, Él descenderá, tomándote en sus brazos, Él te llevará hacia
arriba." Santa Teresa de Lisieux
La clave para crecer en santidad es
que sigamos intentando, incluso si nunca vemos avances en nosotros mismos. Si
nos levantamos cada vez que caemos y comenzamos de nuevo, Dios estará contento.
Si viéramos nuestro progreso, podríamos pensar que es por nuestros propios
esfuerzos que crecemos en virtud. La incapacidad de ver nuestro crecimiento nos
mantiene dependiendo de Dios.
2.- ¿No sabes cómo
amar a la gente? Comienza por pequeños actos de amor.
"Tengo que
buscar… la compañía de hermanas que sean las menos agradables para mí… quiero
ser amable con todo el mundo para dar alegría a Jesús." Santa Teresa de
Lisieux
Pocos de nosotros sabemos cómo amar
verdaderamente a las personas. Si no sabemos cómo, podemos empezar por hacer
pequeñas cosas: sonreír a un extraño, ofrecerte a lavar los platos, abstenerte
de protestar. Podemos comenzar con pequeños actos de amor, en especial con
aquellos con quienes no nos llevamos muy bien, para que nos enseñen «cómo».
Aprendemos a amar amando.
3.- Orar no tiene que
ser complicado.
"Para mí, la
oración es un impulso del corazón; se trata de una sencilla mirada lanzada al
cielo, es un grito de reconocimiento y amor, tanto en la prueba como en la
alegría." Santa Teresa de Lisieux
Dios es simple. Él es feliz tan sólo
con que nos presentemos y pasemos un tiempo con Él, no tenemos que hacer x, y,
z, para que esta sea una buena oración. Si te es difícil o te distraes, intenta
mantener la concentración y confía en que aun así es buena, aún, si no
consigues calidez y alegría no recibas los wram-fuzzies.
4.- Céntrate en amar
a Dios, no solo en tus fallas.
"Tenemos que
amarlo simplemente, sin mirarnos a nosotros mismos, sin examinar demasiado
nuestras fallas" Santa Teresa de Lisieux
Dios no es un juez que está esperando
a que nos equivoquemos, Él nos mira con amor, como sus hijos. Los niños
intentan complacer a sus padres, pero algunas veces se equivocan y hacen
desastres. Si estamos tratando de ser santos, Dios no nos rechazará por
nuestras equivocaciones. Si nos enfocamos en el amor y la bondad de Dios, va a
ser más difícil para nosotros desanimarnos.
Santa Teresa me enseñó, que
convertirse en un santo no es fácil, pero si es simple. No tenemos que
desalentarnos por nada, la debilidad, el fracaso, el pecado, o el sufrimiento.
Podemos confiar en que Dios nos hará santos, si tomamos un pequeño paso hacia
adelante todos los días.
Autora: Therese Aaker
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